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19 diciembre, 2014

Diseño de moda como obra de arte contemporáneo

Diseño de moda como obra de arte contemporáneo

Entrevista a Alicia Seoane

Por Margarita Gómez Carrasco

La marca Alicia Seoane, que lleva el nombre de su creadora, pertenece a una línea de indumentaria femenina. Las prendas se caracterizan por sus estampados, realizados en forma artesanal mediante serigrafía, detalle que les confiere un toque de exclusividad. El estilo de los vestidos oscila entre lo sensual y lo etéreo, desplegado sobre una selecta paleta de colores. El negro es la vedette que delinea la silueta femenina como la piel de una pantera.
Alicia se desempeñó ocho años como docente en la Universidad de Buenos Aires (UBA) en  la carrera de Diseño de Indumentaria, en la actualidad  integra  la cátedra de Oficio y Técnica de Dibujo en las Artes Visuales de la Universidad Nacional de las Artes (UNA). La originalidad de sus prendas radica en la pureza de su trabajo con la línea, la cual le imprime ritmo al movimiento. Además de artista, Alicia es una emprendedora devenida empresaria. Aprendió que las crisis significan una oportunidad, que ella supo aprovechar para transformar la moda en una disciplina artística contemporánea.

¿Cómo empieza tu carrera de diseñadora?
Me recibí en el ‘82 de arquitecta, fue una época de muchos altibajos. Empecé a circular por talleres, estudié con Gorriarena en los ‘90. Ya que no había hecho la carrera de arte, cuando terminé arquitectura empecé a estudiar dibujo y pintura, siempre trabajando de arquitecta, y nunca dedicándome de lleno al arte ‒ porque es difícil vivir del arte ‒. En arquitectura desarrollando documentaciones de obra primero manualmente y luego con computadora. A mediados de los 90  ingresé como docente en la UBA en Diseño Textil e Indumentaria, como ayudante en una materia llamada Medios Expresivos. Estuve ahí como docente hasta el 2000. Luego el país se vino abajo en el 2001 y vino  la crisis y la falta de trabajo. Paralelamente  como artista estaba pintando cuadros con zapatos, jugaba con esa estética, los repetía armando tramas,  flores  y  juegos geométricos. Con esa obra fui invitada a exponer  en ArteBA en el 2002 en el stand de la fundación Avon y vendí algunas obras.

¿Sobre qué soporte presentaste la serie Zapatos?
Sobre tela, los pintaba con acrílico. Y cuando terminé ahí yo ya estaba con el emprendimiento de la ropa. Mi idea era aprender a estampar, empezar con esos diseños de los Zapatos, entonces empecé haciendo una mini colección de 12 remeras con los ahorros que tenía ‒ estamos hablando que venía del 2001, sin trabajo ‒. Luego de esa primera docena, volví a hacer otra tanda, todas con Zapatos hasta que mis amigas me dijeron: «¡Basta! Ya tenemos muchas remeras con zapatos, ¿por qué no hacés otra cosa?». Ya para ese momento había empezado a investigar y comencé de a poco, hice cursos de emprendedores, todo esto en el 2002. Cuando terminó ArteBA, me metí de lleno, porque no tenía trabajo de arquitecta y con todo el caminito que hice encontré continuidad, porque cuando entrás en el diseño y la moda estás todo el tiempo trabajando, una colección tras otra.

¿Cómo es el proceso creativo de tus diseños?
Tengo una pequeña producción de 1500 prendas divididas en primavera, verano e invierno. Mi temporada fuerte es el verano, en esa estación se vende más que en invierno. Cuando empecé, lo hice con temáticas sueltas, ahora armo dos colecciones con dos temáticas y desarrollo en cada temporada una, nunca las repito. En invierno fue Cordillera; me fui de vacaciones a Mendoza, saqué un montón de fotos y cuando regresé dije: «Cordillera». Siempre hay algo que me dispara ideas y ahí empiezo.

¿Cómo concebís una obra y la llevás a la tela?
Primero tengo una idea, y de esa idea hago dibujos. Lo que hago son serigrafías. Es una técnica en la que grabás la imagen en un marco con una seda y se imprime con tintas textiles la prenda. Con mi  asistente Ana Barrera estampamos todo, es súper artesanal.  A veces tercerizo alguna parte de la producción. Pero en general lo hacemos entre las dos.

¿Cuánto tiempo te lleva realizar la producción de 1500 prendas?
Y… mucho. Aparte de serigrafía, también diseño textiles tejidos con mis imágenes. Por ejemplo, la serie Cordillera salió con un dibujo que llevé a una fábrica textil, esas telas no están estampadas, sino que las mando a tejer. También realicé una colección llamada Escrito con dos rollos tejidos con los que creé los diseños. Son muchas las colecciones que hice hasta la fecha, está Tribu, Selva de plata, In Viaggio, Olamar, Flor de papel, Cordillera, Bambú del río.
Entre el 2004 y el 2007 el Gobierno de la Ciudad hacía una feria llamada El Dorrego.  Participé en todas. Presentábamos una  carpeta que evaluaba  el Centro Metropolitano de Diseño y si te seleccionaban tenias un stand en la feria por un periodo de 1 mes los fines de semana con exposición y venta de los productos. A los diseñadores que participamos nos ayudo mucho a crecer, capitalizarnos y seguir invirtiendo. Tengo clientas que me conocieron y me siguen desde esa época.

¿Cuáles son tus musas o fuentes de inspiración?
Dibujo en la tablet y luego lo llevo a la tela. Por ejemplo, los diseños de tela que mando a tejer alcanzan para 50 prendas por rollo aproximadamente, es una producción súper limitada. Eso  favorece porque las mujeres siempre buscamos prendas que no estén muy repetidas. Por ejemplo, In Viaggio nació de un viaje a Europa, jugué con la torre Eiffel, con la capilla de la Sagrada Familia de Gaudí, y después está la Molle Antonelliana, son todos juegos geométricos. Cualquier cosa es fuente de inspiración cuando viajo, pero por lo general es por la palabra por donde me sale la idea. También tuve una colección anterior que se llamó Constelaciones, me gustaba esa palabra.

¿Cómo incidió tu carrera de arquitecta en este emprendimiento?
Y, fueron siete años de estudio de arquitectura, y el ejercicio de la profesión así que la línea es primordial en mis diseños. Con la colección Flor de papel fui seleccionada a participar en la muestra  del Sello del Buen Diseño.
Hay una colección que se llama Sisa y manga que tiene, por un lado, los planos de los moldes, y por otro lado se ven tramas y juegos geométricos con polleritas, mangas, etc. Con Flor de papel empecé recortando papelitos porque me gusta mucho la recta. Esta idea empezó porque tenía un libro que se llama Flores de papel, me gustó la idea de estas flores, luego empecé a recortar, lo digitalicé y mandé a cortar con láser. Lo más difícil es pensar el modelo, es en lo que más tardo porque tiene que ser un modelo que le vaya bien a todas, que estilice, que no marque, que quede bien al cuerpo, o que sea lánguido y suelto,  que sea usable. Después se lo mando a la modelista para que haga los moldes y hago las muestras, es un trabajo continuo. Para el invierno tengo ganas de hacer collages con las estampas

¿Para qué tipo de mujer creás?
Para todas, mis prendas las usan chicas de 19 años y señoras de 80. Cuando estaba en el Dorrego vino una chica de 14 años con su mamá a comprarme, no lo podía creer. Y todos los modelos tienen que ver con la problemática de disimular lo que las mujeres no queremos que se nos vea. Siempre trato de que sean modelos diferentes, aunque es una colección chica y no pretendo por ahora  que sea más grande. La idea es que sea artesanal, para poner en valor lo que es único y distinto.

Alicia Seoane también ama la fotografía, uno de sus referentes es Shirin Neshat, que pone el acento en narrar la vida de la mujer en Oriente. Sin saberlo, Alicia crea metáfora y poesía con sus diseños, se imagina una mujer occidental práctica, cosmopolita y, por sobre todo, romántica, articula con maestría la moda en verdaderas obras de arte. Su recorrido nos aproxima al pensamiento de Marechal: «Del laberinto de la encrucijada de la vida, se sale por arriba».