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5 julio, 2013

Federico Fernández: “Mis reclamos son desde arriba del escenario”

DANZA

Federico Fernández: “Mis reclamos son desde arriba del escenario”

Declaraciones del joven primer bailarín del Teatro Colón

por Osvaldo Andreoli

FF

En una suerte de allegro, Federico Fernández agita un mechón que cae sobre su frente. Nos sentamos en un café vecino a nuestro gran coliseo porteño y comienza a hablar:

Lo más emocionante que viví en el escenario fue la primera función de Manón, cuando ella se muere en mis brazos. Lo viví como si fuese real. Una situación especial, porque se llevó a escena con el tiempo justo. Todo lo que habíamos trasladado a los personajes eran nuestras propias experiencias con los compañeros del ballet. Era el regreso al Colón, la reapertura del teatro en 2010, después de años de refacciones. Cuando se cerró el telón, nos paramos y con Nadia Muzyca nos miramos cara a cara. Vivimos algo único. La desesperación de la función. Creíamos que no se concretaría. Salimos a saludar a un público enfervorizado. Seguíamos siendo Manón y De Grieux. Nos costó unos días salir de los personajes.

Mientras apuramos un sorbo, recuerdo al rubio bailarín que llamaba la atención de los transeúntes frente al teatro, durante las protestas musicales de las orquestas y el ballet en plena calle.

Un mes después llegó el peor momento, cuando se agudizó el conflicto entre los artistas y la dirección del teatro. Se decía que el cuerpo de baile ponía como pretexto el deterioro de los pisos para no actuar. El conflicto tuvo ribetes mediáticos. Por su parte, el ballet no hacía reclamos salariales, sino que exigía condiciones dignas de trabajo. La dirección levantó la temporada antes de tiempo. Como respuesta, El Colón al Colón fue la función histórica que preparamos en el Teatro Cervantes. Se hizo como reclamo justo, para estar arriba del escenario. El cierre fue con el Bolero de Ravel, donde las primeras figuras integraban el cuerpo de baile para mostrar la unión que teníamos. Allí estaban Perillo, Olmedo, Alberti…

Llamo al mozo. El relato continúa…

La carrera de un bailarín es muy corta, dura veinte años. Y nosotros perdimos meses en un teatro que, para colmo, hace pocas funciones. Perder el training es terrible, recuperarlo requiere tiempo. Yo perdí protagónicos y un viaje a Cuba, pero decidí quedarme en la Argentina, porque amo el Teatro Colón. Lucho para que sea la principal plaza artística. Mi brega será políticamente artística. Mis reclamos son desde arriba del escenario.

Jalones de un ascenso, el salto del principe

Junto con Manón en 2010 y 2011, se sumaron otros protagónicos para Fede, como El corsario y La Sílfide. Hacía veinte años que la coreografía de Pierre Lacotte no estaba en cartelera, y con dos parejas nuevas. Las obras de Balanchine y La bella durmiente también lo tuvieron como protagonista, y encaró el Don Quijote con una nueva puesta en escena de Lidia Segni. La mencionada Manón fue un jalón importante, un antes y un después.

Lo sacamos adelante en medio de un conflicto con las autoridades del teatro. Junto con Nadia nos comprometimos a fondo con los personajes. Interpretativamente fue un cambio enriquecedor para mí, especialmente la conexión con la bailarina.

Durante 2011 reestrené Margarita y Armando, de Ashton (que hicieron Nureyev y Fontayne en 1974). Allí me vió Ana Botafogo y me pidió que la acompañase en su despedida en Brasil. Concurrió a los ensayos para apreciar a los diferentes elencos y me eligió. En ese rol tenía que cambiar de estados de ánimo, enamorarme, alcanzar la felicidad, odiarla cuando me deja, y al final sentir a la enferma entre mis brazos. Cuatro momentos resumidos en 40 minutos. Pude darle un toque final al bailarlo con Ana Botafogo.

Mi desafío mayor fue La Sílfide porque no poseo naturalmente los requisitos técnicos para esta coreografía. Son pasos de batería y allegros muy fuertes que no son mi especialidad. El coreógrafo de la fundación Lacotte insistió en que lo bailara y lo logré. Pese a que los pasos de velocidad y la batería no son mi fuerte, salí airoso.

Mi fuerte son los príncipes. También los personajes más dramáticos y reales, que son mi predilección. La bella durmiente y El lago de los cisnes me atraen menos que Manón y Romeo y Julieta (que es uno de mis sueños). Por mis características me beneficia el adagio, los saltos, las piruetas. los equilibrios. Me resulta más cómodo la coreografía de MacMillan. En Manón hay posibilidades de control sobre algunos movimientos.

El corsario es un ballet más cómico, con posibilidad de cambiar los pasos según lo más apropiado. Hice el protagónico, Conrad, pero también el mercader, un pirata bueno y otro malo. Con desafíos, el control de piruetas y saltos se puede adaptar a cada bailarín. Eso no es factible con la coreografía de MacMillan o de Cranko, Es divertido bailar El corsario, aunque no lo disfruté como Manón o Margarita y Armando.

Claroscuros en el ballet

Después de la presentación en marzo de la Trilogía Neoclásica en el Teatro Colón, se realizaron giras internacionales y nacionales. La programación incluyó títulos como La Cenicienta con coreografía de Renato Zanella y música de Johann Strauss. Luego de muchos años, se dará un Don Quijote completo, con coreografía de Lidia Segni, que será la despedida de la primera bailarina Silvina Perillo.

Franco, incisivo, Fede es reconocido por el mozo y los habitués del café. Nos cuenta:

Actualmente hay buenas producciones y las visitas del exterior amplían la experiencia. Pero faltan funciones dentro de la casa, se han sumado pero aún no son las necesarias. Claro que esto no debe achacarse a la dirección del ballet, sino que es una cuestión general de producción y de las carencias de una política cultural.

En el teatro Municipal de Río de Janeiro se agregaron funciones hasta el 6 de enero. Hacen el doble de funciones que nosotros. Hubo veinte funciones de Cascanueces. Aquí, aunque se trate de un éxito, se corta. La bella Durmiente fue un éxito en 2011 y en 2012. ¿Por qué no se agregó una temporada de verano en lugar de filmaciones en 3D?

En Brasil hay tres grandes bailarinas. Dos de ellas son mis partenaires. Ana Botafogo me abrió puertas insospechadas y la acompaño en sus galas de despedida. La otra es Claudia Motta, con quien bailé en el Municipal de Río y la invité para mi gala en Mendoza. El año pasado me decidí a formar un grupo, y con primeras figuras. Ya hicimos una gala en Santiago del Estero y en el Teatro Independencia de Mendoza. Es costoso, más difícil, pero de calidad.

Aquí tenemos todo concentrado en Buenos Aires. En Europa y en los Estados Unidos todas las ciudades tienen compañías importantes. Mi idea es llevar lo mejor a las provincias, invitar a las primeras figuras para mostrarlas y fomentar el ballet. He bailado en San Pablo y en otros festivales. Estoy invitado con mi grupo a Brasil, porque allí soy muy conocido. Estoy muy agradecido a Ana Botafogo, que me llevó de gira por San Pablo, Curitiba y Río de Janeiro. En septiembre de 2012 estuve en los festivales de La Habana y de Miami con el Ballet del Colón. Como partenaires tuve a Carla Vincelli y a Nadia Muzyca. En La Habana te cruzás con los mejores, allí estaban Paloma Herrera, Alicia Alonso. Compartimos escenario con grandes figuras. Alicia nos citó y hablamos hora y media. Fue un honor. Nos contó que conservaba un tutú de Esmeralda Agoglia y las media punta de José Neglia en el Museo de la Danza. Se apenó por la muerte de Olga Ferri, le tenía gran admiración. Alicia bailó muchos años con nuestro compatriota Rodolfo Rodríguez, allí presente. Él me alentó, me dijo que le gustaba mi carácter, que yo no copiaba a nadie, y que dejé buena impresión de la Argentina en el Festival.

Una supuesta gestión cultural

Hay noticias bochornosas sobre la venta del patrimonio histórico cultural del Colón.

¿Quë es lo que se ve del Colón? Una élite. El común de la gente no tiene acceso. Falta publicidad adecuada y precios accesibles. Hay una política destructiva.

El Instituto Superior de Arte (ISA) no tiene las salas correspondientes. Y es nuestra obligación hacer algo. ¿Somos la última camada de una larga tradición? No hay semillero. Se necesitan instalaciones, fomentar el ISA. Ofrecer carreras serias, cursos especializados, horarios correspondientes, salas de ensayo y de estudio. Hay chicos que estudian en Villa Luro o en el estudio de Olga Ferri. Nosotros vivíamos en el Colón, en contacto con figuras estelares. Ellos toman clases donde pueden, como si estuvieran «de prestado». Las autoridades y el alumnado del ISA se sienten menoscabados. No terminan la carrera, no encuentran un maestro que los acompañe. El ISA decayó tanto como el Ballet Estable, un deterioro lamentable. Debo reconocer que con Lidia Segni logramos el ansiado contrato. Tenía 17 años cuando ingresé en el teatro y ahora tengo 26.

Tenemos tres problemas fundamentales para resolver: El ISA, que es el futuro. El Ballet Estable, que requiere más funciones, y la jubilación digna a la edad correspondiente.

En la Plaza del Vaticano, junto al teatro, se inauguró una pantalla pública con un show con aquadance, una producción de Ideas del Sur, de Tinelli. Mientras tanto, el ballet estaba ensayando en la sala 9 de Julio, en el subsuelo. Se adujo que nosotros no podíamos bailar sin el piso flotante. que protege nuestros saltos. ¿Por qué no se podía armar un escenario? El teatro cuenta con la estructura y los mejores técnicos. Esta es la política cultural vigente, no se proyecta, van por los réditos inmediatos en el día a día. Sin embargo, al contrario de lo que opinan otros, creo que en esta etapa tenemos buenas temporadas y giras importantes. Los grandes clásicos vienen de afuera. Onegin, Romeo y Julieta, Manón, La Silfide y El Corsario son obras maestras bailadas por las mejores compañías. Nuestro ballet las puede hacer, porque contamos con una estructura que lo permite. Eso está en el haber de Lidia Segni. Tenemos una buena temporada y se adelantó la programada para 2014. Se hará Romeo y Julieta con la coreografía de MacMillan, también El Corsario y vuelve completa La Silfide.

La importancia de la producción propia la demuestra el éxito de El Corsario, que ha sido alquilada por el American Ballet. Todos los vestuarios, la escenografía, el barco gigante, van al American Ballet (creación del equipo Prego, Oswald y Lápiz). Cuando vieron nuestra versión de su coreografía, adaptada y con nuestra puesta, decidieron alquilarla. Aquí se hizo la adaptación. Es el rédito económico que podría aportar una política cultural acorde con nuestras posibilidades. Por eso defendimos nuestros talleres, como en el 2010, cuando nos oponíamos a la tercerización. Se han construido gigantescos ascensores para introducir escenografías importadas. En cambio la compañía de el Sodre de Montevideo alquiló producciones al Colón. Así se obtuvo un rédito económico.

 

federicofernandez

 

teatro Colon 2da 215