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8 septiembre, 2013

Adelma Gómez: organista con ángel

ESPECIAL Festival Encuentros Internacionales de Música Contemporánea
por Osvaldo Andreoli

ORGANISTA CON ÁNGEL

Con un homenaje a Adelma Gómez continuó el 45 Festival Internacional Encuentros de Música Contemporánea. Un acierto tributar a la artista y pedagoga, que condujo el recordado Ciclo de Órgano en los Barrios.

Dejamos atrás la noche invernal para penetrar en el recinto de la iglesia que ostenta el mejor órgano de Buenos Aires, la Basílica del Santísimo Sacramento. Allí estaba Alicia Terzian presentando al intérprete, Luis Caparra. Con una programación de jerarquía, incluyendo dos obras argentinas. A nuestras espaldas, en las alturas, aguardaba el organista custodiado por las cariátides de dos ángeles.

“Preludio para una ocasión solemne” (1949) del estadounidense Aarón Copland abrió el homenaje con la resonancia y la majestad del instrumento-orquesta por excelencia. Del imponente órgano francés, con cinco mil tubos, Caparra extrajo secretos callados.Y nos puso a tono para una compensación inmediata :“Introspección” (l985) de Salvador Ranieri, encargo de Adelma Gómez para un festival mexicano. Ella fué, afirmó Alicia, la que impulsó a los músicos argentinos a componer para órgano. En esta obra de hondos acentos dramáticos, prima el contraste dinámico. Abierta la paleta de colores, suelta una cascada de sonidos. Después del explosivo fortissimo, un cluster,

(ese derrame que colma el templo), vino un largo, suave trasfondo insinuando otro ataque, con un ostinato cerca del final.

Las habituales palabras de la directora artística del Festival Encuentros incitaron a sus fieles (entre los cuales distinguía algún agnóstico musical), a cerrar los ojos y descubrir lo que comunica George Crumb. A su parecer el compositor de San Francisco, costa oeste de EEUU, es el más creativo de los actuales. Se trata de la primera audición de “Pastoral Drone” (1984). Sobre un grave zumbido, suerte de bajo continuo, se perfilan destellos tímbricos. Un crescendo deja adivinar ese final apocalíptico. La idea de la programadora ha encontrado la creación que vincula a los compositores elegidos. Escuchamos, con la unción de los creyentes.

Y se abrió el “Cuaderno de imágenes” de Alicia Terzian (l985) también un encargo de la homenajeada organista Una obra de la tercera etapa de nuestra compositora, con sesgos místicos en su devenir estético. Una lluvia lírica, delicia de sonidos, vertidos de repente en ráfaga y relámpago. Un fragmento final otorga sentido al evocar tañidos de campanas o tradiciones insertas en la música contemporánea. Lluvia de sonidos que se ahogan en ese juego inquietante. Aún dentro del atonalismo y el microtonalismo suele filtrarse la memoria emotiva de la artista.

En las antípodas de Copland, la programación cerró con “El viento del espíritu” N°5 (1950) de la “Messede la Pentecote” de Olivier Messiaen. La interpretación de Luis Caparra descifra el sentido y el mensaje de la obra, un colorido que exalta la alegría y la vivencia del catolicismo del autor. Por momentos la profusión de notas evoca un alboroto exultante de pájaros, tan caro a Messiaen. Pareció cobrar canto el propio lema de este Festival 2013: “Yo escribo tu nombre…libertad”. Una manera de culminar, entre todos, el homenaje. Final que se prolongó en unos minutos aplacados, con un fragmento de “Preludios, variaciones y fuga” de César Frank, una belleza que Adelma Gómez apreciaba.

En este concierto el organista Luis Caparra supo adecuar al auditorio su versatilidad interpretativa, con instancias del suave soplido de “bordón dulce”. Y si destacó momentos de tensión y disonancia, evitó extremas estridencias, sin abusar de los clusters. Nos despedimos de los ángeles de la Basílica, la música había vencido a la noche helada de agosto.