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27 diciembre, 2013

Alejandrina D’Elía – Espacio Fundación Telefónica

¿Cuáles fueron los comienzos del programa en el espacio de la Fundación?
El Programa se desarrolla en el espacio físico de la Fundación Telefónica, un lugar particular:es una central telefónica de la década del veinte que perteneció a la compañía inglesa de telefonía, después a una compañía americana, luego se estatizó y fue Entel, y en los noventa se privatizó y quedó para Telefónica. Cuando se decidió armar el proyecto de Arte y Tecnología, hacia 2003, se eligió este lugar (Arenales 1540) porque está muy bien conservado, es un lugar estratégico dentro del circuito cultural de Buenos Aires más importante.
Ocupamos la planta baja y el primer piso para las muestras, arriba, en el tercer piso, funciona la central digitalizada y en el primer piso, los cables
que se ven forman la central digital que conecta todos los servidores que están en la planta del segundo y tercer piso.

¿Cuál es el objetivo del programa?
El objetivo del programa es trabajar con un fuerte foco en producción en arte, educación y tecnología. El espacio tiene tres programas centrales: uno es el de exposiciones; el educativo, dirigido a escuelas, universidades e instituciones educativas en general; y el tercer programa es de formación en arte, ciencia y tecnología, que comprende workshops, seminarios y cursos donde siempre la temática es arte y tecnología. Al hacer un recorrido por las instituciones educativas de la ciudad de Buenos Aires, se encuentra que cada una tiene un perfil de trabajo. Cuando nosotros empezamos era una temática nueva, no había ninguna institución que trabajara en esta línea, en este foco. Construimos un proyecto en el marco de la Fundación, acompañados en el contexto de una compañía muy innovadora. Además, era inédito en la Argentina. Ahora, desde hace un par de años, comenzó a haber carreras de grado y de posgrado en arte y tecnología o formación de multimedia, pero hace diez años atrás no existían. En realidad, en la región no había mucha producción en este campo; el único país referente fue Brasil, que tiene mucho apoyo en arte y tecnología, luego Colombia, y Argentina se empezó a posicionar a partir de la apertura del espacio.

¿Cuál es el objetivo en políticas de muestras?
Siempre tener uno o dos proyectos internacionales, la gran producción. Además, queremos que sirva como modelo y que sea inspirador para los artistas locales, ya sea un artista «histórico» como es el caso de Leandro Katz, que tiene una producción hace muchos años muy innovadora en el campo del arte y la tecnología o artistas más jóvenes que están destacándose por su producción de estos temas.
Con Leandro nos pasó que no hay tantos artistas históricos que trabajen con arte y tecnología; el año pasado hicimos un trabajo en torno a la obra de
Marta Minujín, hicimos un Minuphone. Marta es una artista de la misma generación que Leandro, una mujer muy innovadora. Otro artista de la misma generación es David Lamelas, que también trabaja mucho en video arte.
Leandro nunca tuvo una exposición importante en Buenos Aires que pudiera mostrar aquellas obras que no se vieron, inéditas, porque él estuvo fuera
del país cuarenta años. Regresó hace cinco y pensé que era una buena oportunidad para mostrar su obra, para hacer una selección dentro de lo audiovisual —que es lo que a nosotros nos interesa dentro del perfil de actividades— y recuperar de alguna manera al público, para que vea esas obras inéditas. En ese contexto empezamos a hacer un trabajo de investigación con la Fundación Espigas; el producto final es un libro que recorre toda la historia de su obra y recorrido profesional. La idea era cerrar con la muestra en el espacio y el catálogo, en un par de meses, cuando termine la muestra.

¿Quién fue la curadora de la muestra de Leandro Katz?
Invitamos a una curadora francesa, Bérénice Reynaud, que conoce mucho su obra, ya que se conocen desde hace muchos años. Además, es una experta en film. Nos parecía interesante que alguien internacional pudiera hacer un planteo de su obra con una mirada bastante particular.

¿Qué nos puede contar sobre los premios de la Fundación?
Históricamente, la Fundación Telefónica, antes de constituirse en este espacio, tenía un trabajo en alianza con el Mamba. Desde un lugar muy pionero de la Fundación, sin tener un espacio de arte lanzó un premio llamado Premio Mamba-Fundación Telefónica, un premio a la producción en Arte y Tecnología. Este premio es uno de los proyectos públicos más importantes de la Argentina, además, el único premio que se ha sostenido en el tiempo. Lleva más de ocho años, ha crecido mucho, se ha ido consolidando en el tiempo y generó un espacio de exhibición de los proyectos ganadores. Es un premio de un gran
reconocimiento en el contexto local, el único en esa línea. Cada año plantea proyectos innovadores, por ejemplo, hace cinco años, la primera obra
robótica que se hizo en la Argentina, de la artista local Mariela Yeregui, se hizo en el marco de ese premio. El gran promotor y disparador de este
proyecto fue el premio: nos dimos cuenta de que había que hacerlo anual, porque la producción de los aristas se ha complejizado. Ahora los artistas no
trabajan solos, a veces necesitan un programador, en un contexto más interdisciplinario, entonces pensamos en apuntar a que la producción sea de
calidad, que lo pudiéramos supervisar desde acá y acompañarlos más en el proceso.

Estamos lanzando la novena edición, vamos a entregar los premios a fin de año. Para eso estamos creando una plataforma nueva para que los proyectos puedan estar en línea, en un formato muy dinámico. La idea es convocar un jurado local e internacional para elegir y entregar los premios antes de fin de año y realizar la muestra a partir de la segunda mitad del año que viene.
Estamos trabajando en la programación para el año que viene. Una de las áreas más importantes es el programa educativo. Siempre decimos que la muestra es un disparador para desarrollar todo un programa de formación: un programa para escuelas, muchas ofertas de talleres: de video, de fotografía digital, de programación, de robótica. La oferta educativa es muy diferente y complementaria con relación a lo que hacen otras instituciones culturales. Para nosotros, el programa educativo es muy importante, incluso derivó en un programa de formación para docentes para generar proyectos que después puedan implementar en el aula.