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23 mayo, 2014

Bienvenidos al mundo de Gordín

Por Hernán D. Ruiz

La retrospectiva de Sebastián Gordín que se exhibe en el marco de la nueva gestión del Museo de Arte Moderno de Buenos Aires (MAMBA) es la puerta de acceso ideal para ingresar al fantástico imaginario del artista argentino. Un extraño efecto en el cielo es el nombre de la exhibición, que cuenta con un gran acervo proveniente de diversas colecciones y plantea un recorrido que abarca desde sus producciones visuales más tempranas, a finales de la década del ochenta, hasta atravesar las diversas etapas de su trabajo en el que se reúnen pinturas, maquetas, esculturas, performances, cómics, e incluye, además, la delicada serie de acuarelas y marquetería titulada Sea Stories, Ghost Stories y Avon Fantasy.

El carácter lúdico y el humor ocupan un lugar privilegiado en la producción de Sebastián Gordín, cada una de sus obras se nos presenta como una consigna para acceder al insólito juego que propone. Una suerte de gran rompecabezas, en el que reconstruye pequeños fragmentos de universos perdidos de la infancia. A través de sus obras, el artista evoca un vasto imaginario a pequeña escala, al que solo tendremos acceso si adoptamos una mirada en miniatura, hasta cierto punto inocente o ingenua, la mirada de un niño que motivado por la curiosidad busca descubrir qué ocultan esas cajas, quién habita en cada una de esas pequeñas construcciones, o cómo continúan esas historias que se nos presentan de forma solapada.

Un extraño efecto en el cielo, título con el que el curador Rafael Cippolini denominó la exhibición, hace referencia a una de las obras que el artista realizó en la década del noventa y que resulta determinante para el devenir de su producción artística. Se trata de una maqueta que reproduce un paisaje urbanístico a pequeña escala dentro de una suerte de valija de mano sobre la que se impone un profundo cielo azul con nubes de algodón. Por encima, una particular iluminación ofrece al paisaje un fuerte carácter onírico. Es el comienzo de una serie de trabajos focalizados en el tratamiento de la luz y parte del recorrido que se sumergirá cada vez más en las profundidades del extraño universo en que habitan las obras de Sebastián Gordín.

Otro de los rasgos que pueden advertirse en su obra es la fuerte carga de metadiscursividad, en sus trabajos se evidencian referencias constantes tanto a la historia del arte (Sin pan y sin salame o Tres apariciones de Lenny) como al circuito que componen galerías y museos de arte en tanto instituciones legitimadoras. Gordín apela al sentido del humor y a la sátira de ese tipo de discursos en las obras Kit Vernisagge o Exposición en el Centro Cultural de la mesa (1994), que ponen en evidencia con mucho ingenio e ironía el funcionamiento del sistema de circulación del arte.

El conjunto de las obras poseen la capacidad del extrañamiento, a través de mecanismos narrativos en los que se construyen escenas indeterminadas, de las cuales el espectador resulta ser testigo involuntario. Se genera un efecto similar al suspenso, en el que un sentimiento de incertidumbre invade al testigo ocasional hasta conducirlo a una nueva y reveladora experiencia estética. La serie que ocupa el sector del segundo subsuelo del museo con obras como Días sin episodios, Uno es mío o El espejo responden a esta premisa, de fuerte carga cinematográfica.

Podría hablarse de un componente existencial que se percibe como una realidad más profunda que la revelada en la superficie de sus obras. Algo que va más allá de lo aparente y desborda el detalle preciosista o fantástico que se observa en una primera mirada. En obras como Vavonia, Queso de cabra o ¿Cómo probar su inocencia? esto se advierte sin dificultad. Apenas esa primera impresión se desvanece, lo que se descubre es un elemento profundamente trágico, que nos obliga a salir del plácido lugar de meros espectadores y nos involucra con algo mucho más profundo, haciéndonos cómplices de algo fortuito o inesperado, y ya se trate de la soledad o de la muerte, Gordín nos da la bienvenida a su extraño mundo.