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13 noviembre, 2012

Ejercicio Plástico de Siqueiros: un tesoro

Por: Victoria Márquez

El mural realizado por David Alfaro Siqueiros en 1933 ha sido restaurado, tras años de abandono y desidia. Se lo puede ver en el Museo del Bicentenario, en el predio situado a espaldas de la Casa Rosada.

El recientemente inaugurado Museo del Bicentenario es una nueva visita obligada en Buenos Aires. Allí se exhiben pinturas, objetos personales y oficiales pertenecientes a los presidentes argentinos que dan testimonio de los principales acontecimientos políticos ocurridos a lo largo de los últimos 200 años.

El amplio espacio de la antigua Aduana Taylor que alberga esta colección fue restaurado especialmente, se conservaron las viejas arcadas de ladrillones y se rescataron fragmentos arqueológicos que pueden verse bajo un piso de vidrio. Cuenta con pinturas de artistas como Luis Felipe Noé y Ricardo Carpani, e incluso un sorprendente retrato de Perón y Evita, acompañado por uno de sus famosos vestidos.

Entre curiosidades como los anteojos de Frondizi, los zapatos de gala de Carlos Menem y un auto Justicialista Gran Sport del año 1954, se ubica el plato fuerte del Museo: el impactante mural Ejercicio Plástico realizado por David Alfaro Siqueiros y su Equipo Poligráfico en 1933.

La historia de esta obra ha sido relatada a través de documentales, películas y libros: Siqueiros, tras varios meses en la cárcel, partió rumbo al exilio. Llegó en mayo de1933 anuestro país, con la esperanza de poder realizar en Buenos Aires una pintura mural a gran escala como aquellas que venía realizando en distintas partes de México y los Estados Unidos. Sin embargo, su deseo de realizar una experiencia muralista al aire libre se vio frustrado por el clima político de la Argentina de la época, ya que en ese momento detentaba el poder un gobierno militar.

Entonces conoció a Natalio Botana, fundador del diario Crítica, quien le  encargó la decoración del sótano de su casona en Don Torcuato. A pesar de tratarse de un encargo privado, Siqueiros dispuso de total libertad para realizar su obra. Para ello organizó un grupo compuesto por los pintores argentinos Lino Enea Spilimbergo, Antonio Berni, Juan Carlos Castagnino y el escenógrafo uruguayo Enrique Lázaro. Este mural, realizado con técnicas innovadoras para la época como el uso de proyectores, reglas flexibles, aerógrafos y silicato de etilo como materia pictórica muestra una experimentación técnica sin precedentes que también se observa en  el dibujo y las poses de las figuras.

Casi 80 años después de la creación de este «ambiente» pictórico (las pinturas murales comprenden paredes, piso y techo) Ejercicio plástico sigue siendo una obra vanguardista, moderna e innovadora incluso para el día de hoy.  Hay que destacar también que la propuesta de trabajo colectivo constituyó una innovación en sí misma: las manos de Siqueiros y sus ayudantes se fundieron en una obra donde es imposible distinguir el trabajo de sus distintos realizadores, que trabajaron en pos de una misma idea plástica. La experiencia adquirida en la realización de este trabajo fue de gran influencia en las carreras de los jóvenes artistas que trabajaron junto al maestro mexicano. Años después ellos realizarían murales como los que pueden verse actualmente en las Galerías Pacífico y se convertirían en figuras centrales para el arte argentino.

Tuvieron que pasar varias décadas para que esta obra pudiera ser restaurada y abierta al público. A la muerte de Botana en la década del 40, la quinta fue vendida a una familia que ordenó rociar la obra con ácido para borrarla y luego decidió cubrir los muros del sótano con cal, por considerar «obsceno» el tema del mural. Después la quinta pasó por sucesivos dueños, hasta que en 1991 la obra fue desmontada y guardada en containers, en los que supuestamente permanecería por unos pocos meses pero que, lamentablemente, debido a interminables disputas judiciales, debieron albergar las paredes del mural durante 17 años, que sufrieron los efectos del deterioro y la desidia.

De todos modos, gracias a los materiales utilizados por Siqueiros, este mural pudo resistir el paso del tiempo y ser restaurado exitosamente.

Visitar el mural es una experiencia única. El mismo tema de las pinturas (mujeres que flotan en un ambiente acuático) nos hace sentir dentro de una suerte de pecera, nos sumerge en un espacio envolvente y acogedor donde incluso, en el marco de la visita guiada, somos invitados a acostarnos sobre el piso, para poder observar con detenimiento las figuras del techo y «vivir», por un momento, dentro de la obra.

No podemos hacer otra cosa que celebrar la recuperación de un patrimonio artístico de gran valor para nuestro país, no solamente por sus méritos técnicos y estéticos sino también por su historia y por el triunfo que significó poder convertirlo en un bien público, y terminar así con las disputas de particulares que lo mantuvieron descuidado y oculto por tantos años.

Este mural, a pesar de haberse concebido para formar parte de un espacio privado, es representativo del movimiento muralista, cuya principal aspiración era la comunicación con las masas populares. En la década del treinta Siqueiros no pudo darse el gusto de mostrar su obra al gran público, como él quería. Por fortuna, su obra permaneció intacta a través de los años y hoy todos podemos disfrutarla : finalmente, su sueño pudo cumplirse.

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