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El Nombre del Padre- del mathema al poema-

El Nombre del Padre- del mathema al poema-

 

Por María Rizzi

  En  su libro, María Borgatello de Musolino da cuenta –nuevamente- de su profunda ocupación por la clínica y por testimoniar de lo que allí sucede; muestra, así, su posición respecto de una praxis psicoanalítica.

Esta vez pondrá a trabajar el Nombre del Padre para mostrar su valor y su eficacia en los diferentes registros del deseo y en los diferentes momentos de una cura: aquello que va desde el Padre simbólico como sostén del deseo hasta lo que da cuenta de un saber hacer con lo relativo a la función que, del padre, falla. Será su trabajo ubicar estas cuestiones a partir de un minucioso desgranamiento de la función del padre, que surge de padecer a aquél en el lugar que se Nombre del  Padre. Con los nombres del padre, “lo” padre –“el amor que pasa al ejercicio cuando incorpora y acredita la vivencia ‘experienciada’ en el goce de dicha fijación fálica”[1]-, se manifiesta como sintomático.

En este decurso vale destacar especialmente dos modos entre los varios que María Borgatello de Musolino escoge para transitar el tema:

  1. El hecho de que “el Nombre del Padre es estructura[2], en tanto pone a jugar efectos de lenguaje –en especial, de lo Real del lenguaje­ tal y como aparecen en el analizante tomado por las modalidades del discurso familiar, en tanto que es de lo visto y lo oído allí que ha podido alimentar su versión del padre y hacia el padre.
  2. Y, claramente articulado con lo anterior: el juego entre la voz, la pulsión, lo fonado-sonado, los diferentes niveles de inscripción y de escrituras con los que laboramos en la clínica.

Pero no alcanzaría con decir que María Borgatello de Musolino en su libro desarrolla estos temas en profundidad. El libro es mucho más que eso: es una puesta en acto de lo que acontece en un psicoanálisis; en efecto, invita al lector a un juego de lectura que desgrana en cada página con una maestría admirable: poner a prueba la atención flotante que define a la posición del analista para tramar, junto con la autora, una urdimbre hecha de elementos de estofa diferente. Y para dar cuenta de ello tomará,  ya diferentes maneras de hacer con el lenguaje –acertijos, enigmas, referencias cruzadas, juegos de palabras, palabras valija, inyecciones de una lengua en otra–, ya resonancias del arte o la literatura –en especial, se destaca su puntilloso trabajo con el cuento de Poe “Un descenso dentro del Maelström” (que la autora decide como dentro, en tanto que Cortázar traduce “… al Maelström”[3])–. Todo ello no es otra cosa que el laborioso despliegue de una posición ética.

[1]              Borgatello de Musolino, M.: El Nombre del Padre- del mathema al poema-, Bs. As., Letra Viva, 2015, pág. 11

[2]              Borgatello de Musolino, M.: op. cit., pág. 55

[3]              Nos referimos a la traducción –ya clásica- de Julio Cortázar de los cuentos de Poe (Allan Poe, E.: Cuentos 2, Madrid, Alianza Ed., 1981)