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5 junio, 2014

Frotando la Torre de Babel

 

Reseña de la revista de psicoanálisis LaPsus Calami La traducción en psicoanálisis”. Otoño de 2014.[1]

Hablar, decir, ¿hasta cuándo esa pretensión de abrazarnos con la boca?*
En el ojo oscuro de la lengua sólo toco voces que se alejaron.*

 Sin lugar a dudas hay múltiples caminos para presentar un libro. Es por eso que elijo hablar de las cuestiones que despertaron en mí su lectura, a riesgo de no respetar su letra.

Mas quiero pensar que este es el objetivo de toda publicación psicoanalítica: que las nociones dancen y caucen el deseo de inventar, de escribir.

Y el propio: despertar el interés por su lectura, como decía T.S. Eliot: “el mejor crítico es el que logra convencer a un lector para que lea un libro”.

La primera sensación al intentar comentar esta obra es que las palabras no alcanzan; y que no merece que el presentador haga una traducción o interpretación de los textos, menos una síntesis.

El editorial realiza una excelente puntuación de cada uno de los artículos,  muy bien acompañados por entrevistas, notas de lectura, reseñas e ilustraciones.

El lector se encontrará con autores[1] de reconocida trayectoria que abordan las temáticas sobre la traducción como operación de lectura, de interpretación, rectificación, apropiación, incluso de asesinato, en tanto el significante mata a la cosa , echando por tierra cualquier ilusión de hacer concordar el nombre apropiado para cada objeto.

La traducción es concebida como hecho relativo y no generalizable. Para esta afirmación fue necesario tomar posición respecto a cómo se concibe el lenguaje: éste es equívoco y no hay metalenguaje. La traducción como travesía y hallazgo,  se propone proteger, alojar el enigma, no resolverlo.

Toda lengua es extranjera. Yo diría, es una tierra extranjera interior. Todo ser humano es bífido, es decir, recibe un baño de lenguaje al nacer, mas luego se apropia de esa lengua, es hablado y habla otra lengua, de la cual se apropió: lalangue, al decir de Lacan.

La traducción es la puerta de entrada, por momentos, la excusa para poner en movimiento, hacer oleajes, ráfagas de temas referidos al enigma del comienzo del lenguaje y del habla, desde el grito y el canto, al sonido articulado en letras. El sujeto ha necesitado traducir su pulsión, articular su componente energético, como fundamento de la posibilidad de vivir en la cultura. Sin saber el origen del lenguaje, éste intenta poner límite al canibalismo, el asesinato y el incesto, a un real que pulsa y empuja  tanto al acto  como a seguir hablando.

El tema de la traducción no es una elección ingenua para un psicoanalista.Aporta a la intelección de la interpretación y el forzaje, operaciones en la clínica en relación al acto analítico,y a su efecto de corte, descorsetándose de la gramática, del sentido hacia el sonido y el sinsentido, de la traducción a la intraducción. Elongación de las lenguas, en sus puntuaciones despuntar ,rasurar, trabajar con las paradojas para aliviar la angustia, las inhibiciones y los síntomas. Oír más que escuchar, implica el pasaje del analista sujeto supuesto saber al analista sinthome.

Trabajar con el lenguaje como lo hace el poeta, el trabajo de no llamar a cada cosa por su nombre, no cesará mientrasfalten palabras para expresar variantes del amor,  la felicidad, la desilusión, el desasosiego.

Esta revistalibro es producto de una pulsión epistemofílica que quiere saber qué se dice, quién habla cuando habla lo inconsciente y por eso necesita un traductor; junto a las consecuencias para la formación de analistas, de la traducción de los textos psicoanalíticos a los diferentes idiomas.

Celebro su pluralidad fantástica no sólo de temas sino de modos de pensar la articulación entre traducción y psicoanálisis, tanto en la letra que constituye su doctrina como en relación a su praxis.

Cada autor es generoso en dejar ver su posición frente a estas temáticas, que nos enriquecen y alimentan, por qué no, los deseos de continuar investigando sobre el enigma de la conversación entre lenguas.

Digo que esta revista no los va a defraudar porque logra lo que todo escrito ansía: que el lector la tenga en su cabecera, que la quiera volver a leer, que la subraye, la piense, la coteje con su experiencia, y que, además la recomiende.

Nos plantea el desafío de soportar la paradoja de la traducción, que debe conservar inventando.

¿Cuáles son las diferencias entre autor y traductor?

El autor es un traductor en la medida en que traduce emociones o pensamientos a un texto. Todo sujeto es un traductor.

El traductor está más sujetado, alienado al texto que otro ha escrito. Mas sin su inventiva, sin hacer pasar el texto por el cuerpo de su lengua, le resultará imposible transmitir aquello que el autor intentó decir, a riesgo siempre de dejar algo fuera o de poner de su propia cosecha.

Por otra parte, todo hablaser es un intérprete del mensaje que le viene del Otro. Así según el interjuego de ambos se estructurará su aparato psíquico, su articulación al deseo y al goce, a la falta y al agujero, imaginario , simbólico y al real ,que lo es por completo.

Un traductor es un autor en la medida en que sabe hasta dónde poner de sí, en esa lectura entrelíneas captando el sentido o el sinsentido del autor.

¿Traduttore traidore?

¿Quién puede decir que su texto es original, sin reconocerse en sus maestros?

¿Es una traducción otra obra?

¿Es la obra más valiosa que su traducción?

¿Por qué figura el nombre del traductor en el libro?

¿Alguien que no es poeta puede traducir poesía?

Quizás sí, pero es preferible que sea un psicoanalista quien traduzca los textos psicoanalíticos. Si el lenguaje fue producto de una disarmonía no podríamos pedirle a la traducción que solucione la falla inicial y, como si estuvíeramos entre dos espejos, hablar de lo que significa hablar, traducir qué significa traducir.

La traducción es siempre un lapsus calami: vela y revela un decir. Un intento fallido de querer apropiarse de una lengua en otra, calami si se refiere a lo escrito, y linguae si se refiere a la traducción oral.

El autor no está allí para preguntarle qué quiso decir. El traductor, frente a la polisemia del significante no tiene otro remedio que elegir, y en esta elección de las palabras algo se va a perder.

Pierde para siempre la certeza de qué quiso decir ese autor y pierde la significación que cada lector le dará a su traducción.

Traducir, transcribir, transliterar.

LaPsus Calami evidencia una posición subjetiva en los autores que lejos de cerrarse en conclusiones, motiva al lector a seguir reflexionando sobre temas que siempre tendrán más preguntas que respuestas.

Lágrima es el diminutivo de grito.+

Mientras el llanto sea un lenguaje universal, mientras todos lloremos en el mismo idioma se nos hará necesario traducir cada afecto, cada quien como pueda, cada quien en su lengua, en su lalengua, mas todos sumergidos en el lenguaje.

Para concluir dejo este relato: en una oportunidad le piden a Picasso que explique una de sus obras. El responde: “de acuerdo, pero ustedes comprenderán la explicación, no mi pintura”.

Con este espíritu curioso invito a la lectura de este otoñal cuarto  número de LaPsus Calami que ninguna explicación ni presentación puede sustituir, aguardando su próximo número.

Graciela Corrao.

 

 

*Versos de Graciela Corrao.

[2] Autores: Paola Mieli, Frédéric De Rivoyre, Clelia Conde, Mirta Fernández, Roberto Harari, Irene Agoff, Edgardo Feinsilber, Diana Kamienny-Boczkowski, Yang Chunqiang, Amalia Sato, René Lew,M. José De La Viña, Cristina Fontana,Erik Porge, Graciela Strada, Rodrigo Toscano.

Entrevistas a Anabel Salafia, Héctor Yankelevich, Guy Le Gaufey,Ricardo Rodríguez Ponte.

[1] Comité editorial: Adriana Bauab, Verónica Cohen, Diego Fernández, Ilda Rodriguez, Alejandra Ruiz, Gabriela Spinelli.