Image Image Image Image Image Image Image Image Image Image
Menu +

Arriba

Top

5 diciembre, 2011

Industria Farmacéutica

Los conejillos de India en el zoológico farmacéutico

Por: Daiana Magalí Martínez.

 

¿Cuánta ciencia hay de trasfondo en la industria que mueve cifras millonarias, tanto en Argentina como en el resto del mundo?

«Es peor el remedio que la enfermedad». No deja de ser altamente alarmista y revelador que la industria farmacéutica sea la que mueve más dinero en el mundo entero y que, sin embargo, perduren los peores padecimientos. Las últimas noticias de los medios muestran cómo asciende el consumo de antidepresivos, a la par del estrepitoso incremento de enfermedades como la desnutrición o la obesidad.

De hecho, el mercado farmacéutico nacional es un atractivo negocio, con garantías de claro éxito, para los mercados internacionales. Se espera un récord de inversión, de acá a 2012, totalmente sorprendente: esta industria estima pasar de facturar unos 3.500 millones de dólares en 2011 a unos 4.300 millones en 2012. El crecimiento incesante, desde la recuperación de 2002, no tiene fronteras económicas, políticas o éticas.

¿Cuál sería el remedio para el miedo de enfermarse que sostiene a la industria de la farmacia? Parece ser que el consumo de más remedios. Lo uno lleva a lo otro. En España, un desempleado que usa su última jugada para conseguir dinero se ofrece como «conejillo de India» a la ciencia. Su trabajo es soportar el dolor, y los potenciales errores, al probar en su cuerpo los medicamentos que luego, con todo el márketing de que «usted los necesita para curar tal o cual dolencia», saldrán a la venta.

Prevenir es tener siempre algún remedio mágico en casa y a mano. En cambio, el error en la prueba de medicamentos puede hallar su «fracaso» comercialmente, por muchas causas y, entre ellas, porque el voluntario murió en la prueba…

Según la lista Fortune 500 de las empresas que más dinero mueven en el planeta, los laboratorios de medicamentos y cosméticos no sólo obtienen más ganancias que la industria automotriz y del petróleo, sino que esta rentabilidad se multiplicó en los últimos años hasta superar ocho veces el promedio de ganancias de las demás industrias.

La ciencia internacional y las políticas para los inmigrantes, en distintos países europeos y en EE. UU., reconocen el «trabajo» de conejillo de India como un considerable aporte a la ciencia y entregan, por esa razón, visas de residencia. Pero ser conejillo de India en Europa es considerado una de las condiciones más bajas en que una persona puede ser empleada; lo hacen desocupados de larga data o estudiantes universitarios sin dinero.

Cuando la ciencia se olvida de otras ciencias, aparece la inabarcable proliferación de remedios para todo. Y ésta parece ser el remedio final, la solución a cualquier dolencia o enfermedad. Y si uno se siente bien aparece el remedio para sentirse bien tras consumir algo que justifique que se siente bien. Uno se asombra mucho cuando pasa algún tiempo y no ha tomado un analgésico, y se interroga sobre ello con la rareza de no estar bajo los efectos de ningún fármaco…; es que algo debe estar andando mal (en el cuerpo) y no lo nota (en su mente).

Cómo será la voz valiente de uno de los cientos de desempleados o subocupados de Argentina cuando va a pedir empleo de conejillo de India.

Mientras las noticias soslayan el crecimiento de más de un 26% de la industria farmacéutica del país para el año pasado, la realidad es que aumentan la demanda y las ganancias, pero también las enfermedades. Noticia vieja es que la mayor plaga del mundo es el hambre, que sí enferma y que sí mata; pero la desnutrición no es una enfermedad rentable.

¿Era necesaria la aparición de antidepresivos u otros remedios lideres en venta mundial? ¿Por qué la gente consume cada vez más remedios? ¿Qué pasa con la automedicación descontrolada? Estas preguntas abren interrogantes en muchas direcciones, pero todas confluyen en una misma pregunta: ¿cuál es el origen de esas cuantiosas ganancias?

En Argentina, el panorama es tan atemorizante como desconocido para la mayoría de los ciudadanos. Salvo, claro está, para los que se prestan a la experimentación de mercado. Ni siquiera para la ciencia médica. En el país, las empresas farmacéuticas, que temporalmente no están en el ojo de las noticias de los medios pero salieron a la luz tiempo atrás, con el seguimiento de «la ruta de la efedrina» y el triple crimen de General Rodríguez, manejan los precios de los remedios genéricos. También existe polémica en torno a la ley de genéricos porque en Argentina no existe producción pública y nacional de medicamentos.

El 80% de esta industria está en manos de catorce empresas ubicadas en los cinco países más ricos del mundo, mientras que todos los países del Tercer Mundo, juntos, no pueden comprar ni el 10% de las medicinas que se producen en el planeta.

Quizás lo más paradójico de la industria manipuladora de personas que hacen el «trabajo sucio» sea que, cuando el remedio salga a la venta, pocos (o ninguno) de los voluntarios de las pruebas lo podrán pagar para consumirlo.

 

Twitter: @daianammartinez