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6 junio, 2012

ARTE

Por: Eduardo Spínola

El  Centro de Creación y Experimentación del Teatro Argentino de La Plata se consolida como un espacio de búsqueda artística donde el fracaso es tan posible como el éxito.

En el proceso de búsqueda de la ratificación —o de rectificación— de una hipótesis, un investigador debe entrar en zonas nuevas,  desconocidas, y ser consciente de que el fracaso, el error y la incertidumbre son variables que se deben tener presentes. Se trata, en cualquier caso, de la experimentación como camino para ir un poco más allá de lo que otros anteriormente han hecho.

El arte no escapa a esta regla; la creación requiere de espacios de prueba, con marchas y contramarchas, en el desarrollo de un proyecto que se completa con la presencia de un otro, el público. En ese original diálogo que se establece con el espectador de una obra se abren incluso nuevos interrogantes. La libertad, en este contexto de indagación artística, es esencial para escapar a los condicionamientos propios o ajenos, así como a la presión de hallar un resultado.

Conocido dentro de la ciudad de La Plata —y fuera de ella—, el TACEC (Centro de Creación y Experimentación del Teatro Argentino) se ha consolidado como un espacio de referencia en relación con trabajos que transitan por otros bordes. Fue creado en 2009 y desde sus inicios se consagró a afianzarse como un lugar para los artistas experimentales dela Argentina. Este centro, dirigido desde sus inicios por Martín Bauer, toma como base las artes propias del Teatro Argentino de La Plata: la música, el ballet y la ópera; pero también se abre a otras disciplinas, entre las que se cuentan el teatro de prosa, las artes visuales, la literatura y el cine.

En su cuarto año de funcionamiento, por el TACEC han pasado artistas locales reconocidos nacional e internacionalmente, más otros llegados desde el extranjero como Robyn Schulkowski y Lucio Capece, de Alemania; Mika Vainio, de Finlandia o Benton-C Bainbridge, de los Estados Unidos. Entre los locales, puede destacarse a Lola Arias, Alejandro Tantanián o Carlos Casella. Por el lado de los creadores de La Plata, algunos de ellos con proyección fuera de la ciudad de las diagonales,  nombres propios como los de  Beatriz Catani (que suele estrenar sus obras en festivales internacionales, algunos de los cuáles actúan como co productores de las mismas), Blas Arrese Igor o Pablo Lugones suelen formar parte de la programación.

Con una tradición teatral consolidada, la capital de la Provinciade Buenos Aires posee una numerosa y variada cantidad de salas, con distintas propuestas. Por ello, en el marco de un ciclo ya instalado en las agendas y la preferencia del público denominado La Plata Arde, se realizó  la retrospectiva de La Fabriquera. Se trata de un espacio emblemático platense que permaneció abierto entre 1996 y 2008, y que a partir de entonces continuó  funcionando en forma itinerante. Fueron dos días en los que se ocupó uno de los subsuelos del Teatro Argentino con obras teatrales, solos de danza y exposiciones plásticas, entre otras propuestas.

La ductilidad es una de las características del TACEC. Esto contribuye a ampliar las posibilidades de albergar producciones con diferentes formatos o necesidades a la hora de arribar a la instancia de mostrar el trabajo de que se trate, sea una ópera experimental o un espectáculo de danza contemporánea. Romper con las convenciones que plantea una sala de dimensiones tradicionales resulta esencial para los artistas que aspiran a poner en común sus creaciones en un espacio como el TACEC. El centro, con este objetivo, ofrece la posibilidad de utilizar diferentes frentes, disponiendo a partir de esta elección al público. Para crear, desde la innovación, la flexibilidad no puede quedar de lado.

La dirección del Centro de Creación y Experimentación del Teatro Argentino desde sus inicios está a cargo de Martín Bauer, a partir de una idea de Leandro Iglesias que toma como base la experiencia del mismo equipo que estuvo detrás del CETC, Centro de Experimentación del Teatro Colón. «Empezamos de cero, no había estructura, no había nada. Vine con un equipo de trabajo, que incluye a Leandro Iglesias, al director artístico, Marcelo Lombardero, al director musical, Alejo Pérez, con quien hice infinidad de trabajos en el San Martín, en el Colón, y en otros espacios. Esto me permitió tener contención, pero también una discusión interna, un dialogo, un debate acerca de cómo tienen que ser hechas las cosas», describe Bauer.

El tiempo, una dimensión quizá relativa, permitió que el proyecto se abriera y se instale tanto en La Plata como en Buenos Aires. Aunque la experiencia en el Colón fue útil, también lo fue el distanciamiento de aquel centro para ir hacía otras búsquedas, contemplando las circunstancias personales del equipo a cargo y las del lugar.

Una de las premisas fundamentales cuando se diagrama la programación del TACEC es que las propuestas cuenten con un peso artístico importante. «Esto no quiere decir que los resultados deban ser buenos, pero sí que quienes pasan por el centro dejen su marca, que tengan algo para decir y que sean artistas y equipos con una cierta hondura», puntualiza su director.

La experimentación tiene que necesariamente contemplar el fracaso, que no es lo mismo que el error, porque este puede subsanarse. Bauer considera que la clave está en poder fracasar, que sea una posibilidad tan real como la del éxito, aunque sea complejo resistirse a la alternativa de cautivar el público, sin caer en el otro extremo, generando un rechazo. «El artista a veces fracasa cuando no logra transmitir con claridad la idea, cuando esa idea es absolutamente incomprendida. Puede pasar que algunas ideas sean demasiado abstractas o muy radicales y caen como un peso de una plomada. Yo a eso no lo llamaría fracaso».

Frente a una oferta constante de propuestas masivas, el centro platense busca atraer a un público curioso, que pueda configurarse como un interlocutor posible al cual provocar. El artista, en su proceso de indagación, tendrá que salir a buscar a ese otro.

El equilibrio es un parámetro básico con el que se diagrama la programación de este centro experimental  del Teatro Argentino, que toma en cuenta los géneros, las generaciones y los recorridos. «No podés tener un programa repleto de imprevisión absoluta, pero tampoco todo lleno de certezas», resalta Bauer, que cifra sus expectativas en propuestas como la de Margarita Fernández (Luz de Gas) o en Multitudes, una obra que Federico León estrenará en el TACEC con 120 personas en escena.

Tal y como lo sentencia el responsable de este centro, crear una obra nunca es fácil. Hay quienes lo consiguen, otros hacen un buen intento y otros simplemente se pierden en el proceso. En cualquier caso, la experiencia indica que la búsqueda queda trunca por vanidad o por ansiedad. Cuando se crea, se entra en un estado de indefensión propia del riesgo de la experimentación.

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