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9 mayo, 2016

La reconstrucción de La Menesunda

La reconstrucción de La Menesunda

MARTA MINUJÍN

Por Javier Villa, Sofía Dourron, Iván Rosler, Almendra Vilela y Agustina Vizcarra

 

A 50 años de su exhibición original en el Instituto Torcuato Di Tella, el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires reconstruyó la complejísima obra La Menesunda, creada por Marta Minujín y Rubén Santantonín en colaboración con los artistas Floreal Amor, David Lamelas, Leopoldo Maler, Rodolfo Prayón y Pablo Suárez. El proyecto ‒construir una versión fiel al espíritu, la visualidad y la materialidad de la obra producida en 1965‒ implicó el trabajo conjunto de los departamentos de Curaduría, Producción y Conservación del Museo, de Marta Minujín y de un equipo de especialistas, incluidos el arquitecto Fernando Manzone y la empresa de construcción Arqc Stands, liderada por Gerardo Peña.

Para la reconstrucción, los equipos de trabajo se basaron en una serie de fuentes históricas: el Archivo Marta Minujín, el Archivo Centro de Artes Visuales de la Universidad Torcuato Di Tella, el Archivo Jorge Romero Brest del Instituto Payró y el patrimonio del Museo del Cine, fotografías de los diversos ambientes de la obra encontradas en archivos y medios de prensa, en una película filmada por Leopoldo Maler, en otra realizada por el noticiero cinematográfico Sucesos Argentinos y en un video en color perteneciente al Archivo Marta Minujín.

Durante el proceso curatorial del proyecto surgieron diferentes interrogantes. El primero que se planteó fue cómo recuperar en la actualidad el conjunto de relaciones materiales, sensoriales y simbólicas que hicieron posible la existencia de La Menesunda en 1965, sin caer en un ejercicio arqueológico de mera reconstrucción objetual, vacía de toda significación.

En estrecha vinculación con este primer problema, surgió la pregunta por lo que podría diluirse o potenciarse al recuperar una experiencia propuesta hace 50 años. Por un lado, La Menesunda fue una obra polémica y novedosa para un público general y una experiencia de ruptura respecto de los lenguajes visuales de la década. Estas características la transformaron en una obra central del imaginario cultural argentino, que se fue cargando de múltiples significaciones y relecturas durante medio siglo. Su reconstrucción carece de las mismas características de novedad, polémica y ruptura fundamentales que generó la obra, pero propone una nueva experiencia que podría licuar la carga legendaria depositada en la obra original. Por otro lado, esta reconstrucción realizada en 2015 invita a hacer nuevas lecturas del pasado, pero también despierta nuevas reflexiones y sensaciones en un contexto contemporáneo. Una de ellas está relacionada con el protagonismo del cuerpo, central en las rupturas estéticas de los ‘60, que se vincula con el acercamiento del arte a la vida, la liberación sexual y la violencia política, entre otros.

En La Menesunda, el cuerpo del espectador es un elemento central de la pieza: sube y baja escaleras, se agacha, se estira, se marea en un canasto giratorio, pisa una ciénaga y se hunde, es rozado por diversas texturas, para terminar proyectándose infinitamente en los espejos de un octógono. Se trata de un recorrido plagado de posibilidades de contacto con los materiales ‒trapos de piso y arpillera, pieles falsas, plásticos, cueros, telas y papeles‒, que pone al tacto en primer plano. Es una situación poco usual en el campo artístico, por lo que cobra nuevas dimensiones en un contexto en el cual el contacto físico se ve cada vez más desplazado por la asepsia y el miedo al contagio. El ámbito de lo tocable se convierte, así, en algo poco deseable, sobre el cual, sin embargo, La Menesunda avanza enérgicamente.

En la actualidad, el uso de las tecnologías digitales está modificando las experiencias corporales: las relaciones sociales se entretejen dentro de mundos cibernéticos e hipervinculados. La Menesunda traza una línea entre dos momentos singulares del cuerpo. Recupera una forma de percibir con todos nuestros sentidos, a la vez que nos permite reflexionar sobre la paulatina pérdida de lo físico en nuestras experiencias actuales, en favor de un predominio de lo visual y lo virtual.

 

Los autores ocupan los siguientes cargos en el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires:

Javier Villa, Curador de Arte Contemporáneo.

Sofía Dourron, Asistente Curatorial.

Iván Rosler, Jefe de Diseño y Producción de Exposiciones.

Almendra Vilela, Coordinadora de Producción.

Agustina Vizcarra, Asistente de Producción.