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11 abril, 2012

ARTE

Por: Sofía Zavala

Mercedes Casanegra nos habla sobre el rol del curador, cómo se ha extendido esta práctica en los últimos años, la situación del arte hoy en día y su visión del arte como forma de vida.

Es complicado definir a la multifacética Mercedes Casanegra, pero lo más acertado sería empezar por lo primero: es licenciada en Historia del Arte de la Universidad de Buenos Aires. Con ese título como punto de partida, Casanegra ha tejido una exitosa carrera como curadora, crítica, investigadora, jurado en numerosos eventos y docente.

En los últimos años, la curaduría en las artes visuales ha presentado una gran expansión, alimentada en gran medida por la multiplicación de eventos tanto nacionales como internacionales. Casanegra asiente con la cabeza ante este dato de la realidad, pero enseguida argumenta: «En realidad, yo veo a la curaduría como una práctica especializada, que viene no solo con el estudio sino a través de la experiencia de trabajar. Me parece que no es algo específico que uno puede estudiar, y por eso disiento un poco con hacer una carrera de curaduría, para mí tendría que ser un posgrado».

Muchas veces se te pudo escuchar renegar del título de curadora, ¿es por esa razón?

Sí, porque yo hago curaduría como historiadora del arte. De todas maneras, me he ido suavizando, porque es algo que realmente me gusta mucho hacer. Entonces, tengo que asumir que sí, muchas veces trabajo como curadora. Pero también siempre digo que uno no puede hacer curaduría de cualquier cosa, sino que tiene que conocer bastante bien el tema. Tiene que existir una investigación, o un conocimiento previo sobre la materia.

¿Un artista puede ser curador de su propia obra?

Sí, a menudo sucede que los artistas se arman su propia muestra, pero yo creo que a veces cometen errores al tener la producción tan cerca. Les falta una mirada objetiva que sí puede tener el curador, porque su tarea es ponerse en la vereda de enfrente. En esa mirada objetiva me parece que los artistas salen ganando y la obra también.

¿Cuánto crees que influye la práctica curatorial en el valor de la obra?

En cierto modo influye mucho porque el curador es quien pone la obra dentro de un contexto o dentro de un período de la obra de un artista. Todo esto hace que esté mostrada de otra manera y que se le dé un valor a la obra. No me estoy refiriendo exactamente al valor comercial, pero de rebote puede ser que influya.

¿Definirías a la curaduría como arte?

No, yo creo que es una práctica que interviene en el mundo del arte, que mejora su exhibición y hasta su comprensión; sobre todo en el arte contemporáneo que siempre presenta dificultades al gran público, pero de ninguna manera la llamaría arte.

¿Qué relación existe entre el arte y la política?

Entiendo que hay artistas que hacen arte político, pero me parece que es una de las tantísimas modalidades que tiene el arte. En primer lugar, el arte debe ser poético y después puede hacer un montón de otros cruces. Al ver como es la política hoy, yo no quiero que el arte sea así, porque no veo que ni siquiera en el mundo esté pasando un momento demasiado feliz. Está un poco embretada y no logra que en un país o en el mundo la gente viva mejor.

¿Y el arte lo puede lograr?

El arte, por lo menos, te puede hacer vivir de otra manera. Yo me refugiaría en el arte, porque me parece que a través de la imaginación y de la poesía uno se puede trasladar a otro lado. El arte para mí es una forma de vida.

¿Hasta que punto el arte es el reflejo de un contexto social y político?

Yo creo que el arte siempre se nutre de lo que lo rodea, pero también confío mucho en que un ser humano esté ubicado donde esté ubicado, si tiene una parte artística y poética que tiene que salir, aunque viva en cualquier circunstancia, de alguna manera lo va a sacar. Por supuesto, después, la producción o la visión que tiene el artista posiblemente va a estar influenciada por lo que ha vivido. El contexto siempre lo vas a tener, la cultura, la educación, todo eso influye en el armado del discurso artístico, pero también puede haber cosas que pertenecen a un mundo interno, que van más allá del contexto.

También tenés una faceta de investigadora muy importante, has escrito varios libros. ¿Es lo que más disfrutas hacer?

Claro, porque a mí lo que me interesa es profundizar, conocer bien a fondo todo el proceso creativo de un artista. Es lo que me da más satisfacción. Empecé con los libros, de manera bastante audaz. En ese entonces, posiblemente por la cercanía con el fin de la dictadura, la crítica de arte era una especie de desierto de gente joven. Había muchísimo por hacer dentro del arte argentino, porque casi no había investigadores y había artistas de mucha trayectoria que no tenían un libro. Además, los libros de arte antes eran como figuritas, mechadas con un texto medio literario y punto, eso era un libro de arte. Ahora, en cambio, tienen una real investigación sobre el artista y su trayectoria; se lo entrevista, se estudia la biografía, la obra, son otra cosa. Tienen un estudio sólido. Ahora estoy trabajando en una escultora argentina, Alicia Penalba, que acá no es muy conocida, pero hizo una carrera internacional importante y tiene una obra muy buena. La idea es escribir un libro y también hacer una muestra grande, porque su obra merece ser mostrada en el Bellas Artes o en el MALBA.

Ahora el ambiente es muy distinto de cuando empezaste, recién terminada la dictadura…

El ambiente del arte cambió acá y en el mundo. Yo no sé mucho de mercado, pero como dicen algunos artistas, en Argentina no hay un mercado sino que hay un mercadito. Acá, la gente es bastante conservadora y no conoce ni le interesa mucho el arte contemporáneo. La mayoría prefiere comprarse una lámina a ir a una galería de arte joven para ver si les gusta algo y quizás se llevan un original al mismo precio. La gente no es muy arriesgada, elige comprarse un Fader que le cuesta cien mil dólares, pero es una firma y ni siquiera sabe si le gusta. En otros países es distinto, aparte hay más dinero circulando en torno al arte. A mí no me gusta mucho todo lo que tiene que ver con los remates internacionales, con esos precios astronómicos que cuestan las obras. Me parece una cosa inflada, a veces el arte parecería tornarse inalcanzable y elitista.

¿El arte es sólo para ricos entonces?

Se llega a creer eso, a veces, y hace que el arte se aleje de cierta realidad. Lo mismo pasa con el sistema de bienales o ferias de arte internacionales. Sería el sueño de cualquier persona que le guste el arte ir de acá para allá a todas las bienales, pero es algo que no corresponde con la realidad. Todo esto hace al arte cada vez más inalcanzable a veces, es una dimensión que lo aleja de mucha gente.

¿Te gustaría un arte más cercano al pueblo?

Tal vez. Por otro lado, me parece que cada vez hay más gente joven que se dedica al arte, a mí me impresiona, porque lo veo a mi alrededor. No digo solo artes visuales, sino de todo. Antes el arte era solo pintura y escultura; ahora se pueden hacer creaciones de todo tipo. Ya no importa como está hecha, lo importante es que sea una buena obra. Eso me parece muy positivo. Ya nos fuimos de la tradición hace mucho, lo importante es que el ser humano sea creativo, que esa creatividad esté puesta en marcha.

¿Con estas nuevas generaciones se va  a poder desbanalizar el arte? 

Me parece que por ahí sí. Mi marido, que es fotógrafo, por ejemplo, en realidad quería hacer cine, pero antes necesitabas ser rico para eso. Hoy con una cámara de fotos podés filmar; los artistas que hacen video, lo hacen así. Eso me parece genial. Lo fundamental es que la gente haga arte, a mí eso es lo que más me importa.

[showtime]

ARTE

Por: Sofía Zavala

Mercedes Casanegra nos habla sobre el rol del curador, cómo se ha extendido esta práctica en los últimos años, la situación del arte hoy en día y su visión del arte como forma de vida.

Es complicado definir a la multifacética Mercedes Casanegra, pero lo más acertado sería empezar por lo primero: es licenciada en Historia del Arte de la Universidad de Buenos Aires. Con ese título como punto de partida, Casanegra ha tejido una exitosa carrera como curadora, crítica, investigadora, jurado en numerosos eventos y docente.

En los últimos años, la curaduría en las artes visuales ha presentado una gran expansión, alimentada en gran medida por la multiplicación de eventos tanto nacionales como internacionales. Casanegra asiente con la cabeza ante este dato de la realidad, pero enseguida argumenta: «En realidad, yo veo a la curaduría como una práctica especializada, que viene no solo con el estudio sino a través de la experiencia de trabajar. Me parece que no es algo específico que uno puede estudiar, y por eso disiento un poco con hacer una carrera de curaduría, para mí tendría que ser un posgrado».

Muchas veces se te pudo escuchar renegar del título de curadora, ¿es por esa razón?

Sí, porque yo hago curaduría como historiadora del arte. De todas maneras, me he ido suavizando, porque es algo que realmente me gusta mucho hacer. Entonces, tengo que asumir que sí, muchas veces trabajo como curadora. Pero también siempre digo que uno no puede hacer curaduría de cualquier cosa, sino que tiene que conocer bastante bien el tema. Tiene que existir una investigación, o un conocimiento previo sobre la materia.

¿Un artista puede ser curador de su propia obra?

Sí, a menudo sucede que los artistas se arman su propia muestra, pero yo creo que a veces cometen errores al tener la producción tan cerca. Les falta una mirada objetiva que sí puede tener el curador, porque su tarea es ponerse en la vereda de enfrente. En esa mirada objetiva me parece que los artistas salen ganando y la obra también.

¿Cuánto crees que influye la práctica curatorial en el valor de la obra?

En cierto modo influye mucho porque el curador es quien pone la obra dentro de un contexto o dentro de un período de la obra de un artista. Todo esto hace que esté mostrada de otra manera y que se le dé un valor a la obra. No me estoy refiriendo exactamente al valor comercial, pero de rebote puede ser que influya.

¿Definirías a la curaduría como arte?

No, yo creo que es una práctica que interviene en el mundo del arte, que mejora su exhibición y hasta su comprensión; sobre todo en el arte contemporáneo que siempre presenta dificultades al gran público, pero de ninguna manera la llamaría arte.

¿Qué relación existe entre el arte y la política?

Entiendo que hay artistas que hacen arte político, pero me parece que es una de las tantísimas modalidades que tiene el arte. En primer lugar, el arte debe ser poético y después puede hacer un montón de otros cruces. Al ver como es la política hoy, yo no quiero que el arte sea así, porque no veo que ni siquiera en el mundo esté pasando un momento demasiado feliz. Está un poco embretada y no logra que en un país o en el mundo la gente viva mejor.

¿Y el arte lo puede lograr?

El arte, por lo menos, te puede hacer vivir de otra manera. Yo me refugiaría en el arte, porque me parece que a través de la imaginación y de la poesía uno se puede trasladar a otro lado. El arte para mí es una forma de vida.

¿Hasta que punto el arte es el reflejo de un contexto social y político?

Yo creo que el arte siempre se nutre de lo que lo rodea, pero también confío mucho en que un ser humano esté ubicado donde esté ubicado, si tiene una parte artística y poética que tiene que salir, aunque viva en cualquier circunstancia, de alguna manera lo va a sacar. Por supuesto, después, la producción o la visión que tiene el artista posiblemente va a estar influenciada por lo que ha vivido. El contexto siempre lo vas a tener, la cultura, la educación, todo eso influye en el armado del discurso artístico, pero también puede haber cosas que pertenecen a un mundo interno, que van más allá del contexto.

También tenés una faceta de investigadora muy importante, has escrito varios libros. ¿Es lo que más disfrutas hacer?

Claro, porque a mí lo que me interesa es profundizar, conocer bien a fondo todo el proceso creativo de un artista. Es lo que me da más satisfacción. Empecé con los libros, de manera bastante audaz. En ese entonces, posiblemente por la cercanía con el fin de la dictadura, la crítica de arte era una especie de desierto de gente joven. Había muchísimo por hacer dentro del arte argentino, porque casi no había investigadores y había artistas de mucha trayectoria que no tenían un libro. Además, los libros de arte antes eran como figuritas, mechadas con un texto medio literario y punto, eso era un libro de arte. Ahora, en cambio, tienen una real investigación sobre el artista y su trayectoria; se lo entrevista, se estudia la biografía, la obra, son otra cosa. Tienen un estudio sólido. Ahora estoy trabajando en una escultora argentina, Alicia Penalba, que acá no es muy conocida, pero hizo una carrera internacional importante y tiene una obra muy buena. La idea es escribir un libro y también hacer una muestra grande, porque su obra merece ser mostrada en el Bellas Artes o en el MALBA.

Ahora el ambiente es muy distinto de cuando empezaste, recién terminada la dictadura…

El ambiente del arte cambió acá y en el mundo. Yo no sé mucho de mercado, pero como dicen algunos artistas, en Argentina no hay un mercado sino que hay un mercadito. Acá, la gente es bastante conservadora y no conoce ni le interesa mucho el arte contemporáneo. La mayoría prefiere comprarse una lámina a ir a una galería de arte joven para ver si les gusta algo y quizás se llevan un original al mismo precio. La gente no es muy arriesgada, elige comprarse un Fader que le cuesta cien mil dólares, pero es una firma y ni siquiera sabe si le gusta. En otros países es distinto, aparte hay más dinero circulando en torno al arte. A mí no me gusta mucho todo lo que tiene que ver con los remates internacionales, con esos precios astronómicos que cuestan las obras. Me parece una cosa inflada, a veces el arte parecería tornarse inalcanzable y elitista.

¿El arte es sólo para ricos entonces?

Se llega a creer eso, a veces, y hace que el arte se aleje de cierta realidad. Lo mismo pasa con el sistema de bienales o ferias de arte internacionales. Sería el sueño de cualquier persona que le guste el arte ir de acá para allá a todas las bienales, pero es algo que no corresponde con la realidad. Todo esto hace al arte cada vez más inalcanzable a veces, es una dimensión que lo aleja de mucha gente.

¿Te gustaría un arte más cercano al pueblo?

Tal vez. Por otro lado, me parece que cada vez hay más gente joven que se dedica al arte, a mí me impresiona, porque lo veo a mi alrededor. No digo solo artes visuales, sino de todo. Antes el arte era solo pintura y escultura; ahora se pueden hacer creaciones de todo tipo. Ya no importa como está hecha, lo importante es que sea una buena obra. Eso me parece muy positivo. Ya nos fuimos de la tradición hace mucho, lo importante es que el ser humano sea creativo, que esa creatividad esté puesta en marcha.

¿Con estas nuevas generaciones se va  a poder desbanalizar el arte? 

Me parece que por ahí sí. Mi marido, que es fotógrafo, por ejemplo, en realidad quería hacer cine, pero antes necesitabas ser rico para eso. Hoy con una cámara de fotos podés filmar; los artistas que hacen video, lo hacen así. Eso me parece genial. Lo fundamental es que la gente haga arte, a mí eso es lo que más me importa.

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ARTE

Por: Sofía Zavala

Mercedes Casanegra nos habla sobre el rol del curador, cómo se ha extendido esta práctica en los últimos años, la situación del arte hoy en día y su visión del arte como forma de vida.

Es complicado definir a la multifacética Mercedes Casanegra, pero lo más acertado sería empezar por lo primero: es licenciada en Historia del Arte de la Universidad de Buenos Aires. Con ese título como punto de partida, Casanegra ha tejido una exitosa carrera como curadora, crítica, investigadora, jurado en numerosos eventos y docente.

En los últimos años, la curaduría en las artes visuales ha presentado una gran expansión, alimentada en gran medida por la multiplicación de eventos tanto nacionales como internacionales. Casanegra asiente con la cabeza ante este dato de la realidad, pero enseguida argumenta: «En realidad, yo veo a la curaduría como una práctica especializada, que viene no solo con el estudio sino a través de la experiencia de trabajar. Me parece que no es algo específico que uno puede estudiar, y por eso disiento un poco con hacer una carrera de curaduría, para mí tendría que ser un posgrado».

Muchas veces se te pudo escuchar renegar del título de curadora, ¿es por esa razón?

Sí, porque yo hago curaduría como historiadora del arte. De todas maneras, me he ido suavizando, porque es algo que realmente me gusta mucho hacer. Entonces, tengo que asumir que sí, muchas veces trabajo como curadora. Pero también siempre digo que uno no puede hacer curaduría de cualquier cosa, sino que tiene que conocer bastante bien el tema. Tiene que existir una investigación, o un conocimiento previo sobre la materia.

¿Un artista puede ser curador de su propia obra?

Sí, a menudo sucede que los artistas se arman su propia muestra, pero yo creo que a veces cometen errores al tener la producción tan cerca. Les falta una mirada objetiva que sí puede tener el curador, porque su tarea es ponerse en la vereda de enfrente. En esa mirada objetiva me parece que los artistas salen ganando y la obra también.

¿Cuánto crees que influye la práctica curatorial en el valor de la obra?

En cierto modo influye mucho porque el curador es quien pone la obra dentro de un contexto o dentro de un período de la obra de un artista. Todo esto hace que esté mostrada de otra manera y que se le dé un valor a la obra. No me estoy refiriendo exactamente al valor comercial, pero de rebote puede ser que influya.

¿Definirías a la curaduría como arte?

No, yo creo que es una práctica que interviene en el mundo del arte, que mejora su exhibición y hasta su comprensión; sobre todo en el arte contemporáneo que siempre presenta dificultades al gran público, pero de ninguna manera la llamaría arte.

¿Qué relación existe entre el arte y la política?

Entiendo que hay artistas que hacen arte político, pero me parece que es una de las tantísimas modalidades que tiene el arte. En primer lugar, el arte debe ser poético y después puede hacer un montón de otros cruces. Al ver como es la política hoy, yo no quiero que el arte sea así, porque no veo que ni siquiera en el mundo esté pasando un momento demasiado feliz. Está un poco embretada y no logra que en un país o en el mundo la gente viva mejor.

¿Y el arte lo puede lograr?

El arte, por lo menos, te puede hacer vivir de otra manera. Yo me refugiaría en el arte, porque me parece que a través de la imaginación y de la poesía uno se puede trasladar a otro lado. El arte para mí es una forma de vida.

¿Hasta que punto el arte es el reflejo de un contexto social y político?

Yo creo que el arte siempre se nutre de lo que lo rodea, pero también confío mucho en que un ser humano esté ubicado donde esté ubicado, si tiene una parte artística y poética que tiene que salir, aunque viva en cualquier circunstancia, de alguna manera lo va a sacar. Por supuesto, después, la producción o la visión que tiene el artista posiblemente va a estar influenciada por lo que ha vivido. El contexto siempre lo vas a tener, la cultura, la educación, todo eso influye en el armado del discurso artístico, pero también puede haber cosas que pertenecen a un mundo interno, que van más allá del contexto.

También tenés una faceta de investigadora muy importante, has escrito varios libros. ¿Es lo que más disfrutas hacer?

Claro, porque a mí lo que me interesa es profundizar, conocer bien a fondo todo el proceso creativo de un artista. Es lo que me da más satisfacción. Empecé con los libros, de manera bastante audaz. En ese entonces, posiblemente por la cercanía con el fin de la dictadura, la crítica de arte era una especie de desierto de gente joven. Había muchísimo por hacer dentro del arte argentino, porque casi no había investigadores y había artistas de mucha trayectoria que no tenían un libro. Además, los libros de arte antes eran como figuritas, mechadas con un texto medio literario y punto, eso era un libro de arte. Ahora, en cambio, tienen una real investigación sobre el artista y su trayectoria; se lo entrevista, se estudia la biografía, la obra, son otra cosa. Tienen un estudio sólido. Ahora estoy trabajando en una escultora argentina, Alicia Penalba, que acá no es muy conocida, pero hizo una carrera internacional importante y tiene una obra muy buena. La idea es escribir un libro y también hacer una muestra grande, porque su obra merece ser mostrada en el Bellas Artes o en el MALBA.

Ahora el ambiente es muy distinto de cuando empezaste, recién terminada la dictadura…

El ambiente del arte cambió acá y en el mundo. Yo no sé mucho de mercado, pero como dicen algunos artistas, en Argentina no hay un mercado sino que hay un mercadito. Acá, la gente es bastante conservadora y no conoce ni le interesa mucho el arte contemporáneo. La mayoría prefiere comprarse una lámina a ir a una galería de arte joven para ver si les gusta algo y quizás se llevan un original al mismo precio. La gente no es muy arriesgada, elige comprarse un Fader que le cuesta cien mil dólares, pero es una firma y ni siquiera sabe si le gusta. En otros países es distinto, aparte hay más dinero circulando en torno al arte. A mí no me gusta mucho todo lo que tiene que ver con los remates internacionales, con esos precios astronómicos que cuestan las obras. Me parece una cosa inflada, a veces el arte parecería tornarse inalcanzable y elitista.

¿El arte es sólo para ricos entonces?

Se llega a creer eso, a veces, y hace que el arte se aleje de cierta realidad. Lo mismo pasa con el sistema de bienales o ferias de arte internacionales. Sería el sueño de cualquier persona que le guste el arte ir de acá para allá a todas las bienales, pero es algo que no corresponde con la realidad. Todo esto hace al arte cada vez más inalcanzable a veces, es una dimensión que lo aleja de mucha gente.

¿Te gustaría un arte más cercano al pueblo?

Tal vez. Por otro lado, me parece que cada vez hay más gente joven que se dedica al arte, a mí me impresiona, porque lo veo a mi alrededor. No digo solo artes visuales, sino de todo. Antes el arte era solo pintura y escultura; ahora se pueden hacer creaciones de todo tipo. Ya no importa como está hecha, lo importante es que sea una buena obra. Eso me parece muy positivo. Ya nos fuimos de la tradición hace mucho, lo importante es que el ser humano sea creativo, que esa creatividad esté puesta en marcha.

¿Con estas nuevas generaciones se va  a poder desbanalizar el arte? 

Me parece que por ahí sí. Mi marido, que es fotógrafo, por ejemplo, en realidad quería hacer cine, pero antes necesitabas ser rico para eso. Hoy con una cámara de fotos podés filmar; los artistas que hacen video, lo hacen así. Eso me parece genial. Lo fundamental es que la gente haga arte, a mí eso es lo que más me importa.

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