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22 noviembre, 2011

Rocambole: «Para mí es como un sueño cumplido»

Por: Angie Pagnotta

Se sabe que es el dibujante que realizó el arte gráfico de Los Redondos, pero poco se conoce de sus inicios. En esta entrevista Ricardo «El Mono» Cohen, más conocido como Rocambole, cuenta sobre su estilo y sus creaciones.

Nos encontramos en un bar de Recoleta. Un sol que rajaba la tierra apuraba las 13 de un mediodía caluroso, quise llegar antes para conocer el terreno pero allí estaba sentado, ojeando un diario en la mesa.

Camisa y pantalón negro, barba blanca y cabeza casi tan calva como la del Indio Solari, Ricardo Rocambole Cohen es el Vicedecano de la Facultad de Bellas Artes de la Universidad de La Plata y entre otras cosas, el creador del personaje retratado en el disco de los Redondos Luzbelito que en 1997 ganó el premio ACE al mejor diseño de portada para disco.

La pregunta inmediata que me surge es ¿qué sensación tiene al ver creaciones suyas estampadas en miles de banderas, remeras o mochilas que ve al caminar por la calle?

Yo vengo más bien del área de las imágenes que tienen que ver con la reproductibilidad, como las de las historietas, que están un poco a contramano con el concepto del arte de galería o de museo que, para mí, deriva de un concepto finisecular relacionado con la obra única o exclusiva. Por eso, todo esto para mí es como un sueño cumplido, jamás pensé que me sucedería algo así.

¿Cuál fue el inicio de su relación con el mundo de las historietas y cómo repercute eso con respecto a la valoración de la reproductibilidad de su obra?

Cuando era chico aprendí a leer con ellas, durante mi niñez fue la época de oro de la historieta, porque había una cantidad enorme en circulación. Si hoy día el sueño de un chico es ser jugador de fútbol o estrella de rock, en mi época un sueño era ser dibujante de historieta; lo máximo era aparecer en alguna tapa. Recuerdo que iba a los quioscos, miraba las revistas e imaginaba la posibilidad de que algún día iba a estar allí. No cumplí mi sueño por ese lado, pero de alguna manera y por un camino impensado o por un sendero lateral, vi obras mías reproducidas en esas miles de remeras que veo en la calle.

Quizás la trascendencia de esto es mucho más relevante que una sola tapa de revista…

Sí, seguramente, pero yo me conformaba con eso. Durante mi infancia, para los niños de aquella época, nuestros héroes eran los dibujantes de historietas; yo me contentaba con salir alguna vez en una tapa. Esto fue una especie de rayo extraño del destino, y sin pensarlo, porque jamás creí que pudiera reproducirse así una imagen mía como la de Luzbelito, Oktubre o cualquiera que hice para los Redondos.

¿Cómo surgieron aquellas formas, cómo fue ese proceso creativo?

Muchas de las imágenes que se ven repetidas son las que hice sin pensar. Es contradictorio, porque cuando puse mucho esfuerzo, o cuiando dije «en este trabajo voy a poner todo», pasaron desapercibidas. Las otras, las que hice más descuidadamente, o de forma más espontánea, son las que no tenía en consideración y las que justamente fueron más reproducidas.

Sobre la reproductibilidad  técnica de las imágenes hay un escrito del filósofo Walter Benjamin que explica que la obra de arte tiene un aura que la hace única o especial y que la posibilidad de reproducción que le ha dado la fotografía le hace perder el aura. Para mí es todo lo contrario, en el sentido de que cuando yo era chico, pensaba que la imagen que valía era la que se reproducía muchas veces en una revista. Me parecía que algo valía cuando estaba reproducido, que esa era el aura. Por eso siento que lo que me pasó es como un sueño cumplido, porque el hecho de que algunas imágenes mías se hayan reproducido así y que la gente las haya tomado con tanto cariño y pasión es algo muy emocionante.

En la animación Mi Citroin violador que realizó para la banda de rock La Saga de Saiweke o en otros trailers que hizo, se pueden ver elementos ligados al surrealismo o a los sueños. Quisiera saber si esto es así y cuál es el punto de contacto con este tipo de imágenes.

En la parte poética, el surrealismo hablaba de la escritura automática, de que uno tiene que entregarse y escribir lo que le sale; creo que en la pintura tendría que ser más o menos lo mismo, abandonarse al inconsciente y pintar lo que salga.

Los surrealistas decían que la parte más espontánea del yo y del ello se expresaba en el subconsciente; los psicólogos y psicoanalistas plantearon que en el sueño se expresaba mucho más esa parte que venía del yo o de las profundas oscuridades del ello. En todo caso, yo tampoco sería un surrealista. Me inspiré en algún sueño, sin duda puede ser, así como también me inspiro en alguna película, un libro, una historia que me contaron o en alguna experiencia vivida. Creo que uno es todas esas cosas, todos los libros que leyó, la gente que conoció y hay, obviamente, un poco de uno. Quizás algunos problemas familiares o cosas arrastradas de los ancestros también, pero los sueños son una parte.

¿Le parece que en la actualidad la música y la plástica pueden tener lo que usted supo lograr con los Redondos, una fusión conjunta?

No es una cosa rara la multidisciplina, es más, hoy día en el arte contemporáneo se ven maridajes incestuosos de todo tipo. Videoarte con música, complementado con danza o plástica, es decir, creaciones que abarcan todo tipo de mezclas. El arte siempre, y especialmente a partir de la vanguardia de siglo XX, intentó la fusión. Incluso antes, se podría hablar de la ópera que es un fenómeno artístico del siglo XIX, fusión de un montón de otras artes: de canto, de baile y de escenografía, donde la música complementa un todo y donde todo tiene importancia para una puesta escénica.

Los artistas siempre intentamos la fusión del arte total en la vinculación de una gran cosa. Por ejemplo, en un recital de rock grande también está esa unión, porque tiene iluminadores, escenográfos, proyecciones, música y una gran parte del espectáculo que es el público. En el caso de los Redondos, el público intervenía muchísimo con las banderas; yo siempre decía que la escenografía que hacían ellos era más interesante que la que hacía yo, porque con todas esas banderas y remeras que se veían desde el escenario el espectáculo era grande, inmenso.

En sus ratos libres, el artista prepara material nuevo para una futura exposición que quizás tenga lugar el próximo año en el Centro Cultural Recoleta. Su trabajo de vicedecano enla Universidad de La Plata y las creaciones para tapas de discos a pedido del ex guitarrista de los Redondos y actual solista, Skay Beilinson, o las ilustraciones solicitadas por escritores como Camilo Blajaquis le dejan poco tiempo para producir nuevo material. «No hay día del año que no haya una exposición mía en algún lugar del país. Quizás en Buenos Aires no se conoce mucho, pero tengo toda la agenda llena. A veces mis obras viajan de Santa Fe a Comodoro Rivadavia y un poco no me gusta, porque yo quiero hacer obra nueva», explica mientras nos despedimos.

Conocer la obra y el trayecto que recorrió este artista abre las puertas a una infinidad de sabores, colores y sentidos. El interrogante cultural flota en el aire e invita a los lectores a incurrir en la multidisciplina de conocimientos para poder profundizar cualquier aprendizaje.

 

@AngiePagnotta