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22 julio, 2014

Rosa Olivo «Sensaciones frente al lienzo»

Por Zully Carrasco

Rosa Olivo es una artista emergente cuya obra se enrola dentro de la abstracción contemporánea. «Construyo mis obras azarosamente y con intensidad, muchas de ellas tienen un componente lúdico», dice con una sonrisa cómplice, sin sospechar que sus creaciones –según Benjamin– constituyen el aquí y ahora, revestidas de aura y poseedoras de una entidad propia. Rosa está más allá de estas teorías estéticas, muy cerca del corazón del espectador.

¿Cuándo empezaste a pintar?
Empecé en el 2009, aunque creo que siempre me había gustado pero no tenía el tiempo. Mi padre pintaba figurativo y yo me decía: «Mirá a papá, yo algún día también voy a pintar». En un momento se ve que sentí la necesidad de expresarme de alguna forma y encontré este medio que me encanta. Lo hago con mucha pasión y creo que expreso mucho de mi ser, estoy feliz de poder hacerlo.

¿Con quién te  formaste?
Primero con Zorrilla-Distéfano y después con Eduardo Medici.

¿Empiezas tipo taller?
Claro, es un camino que uno tiene que recorrer. Vas tomando de los distintos maestros, que en general son muy generosos y te dan, te ofrecen, pero que también te tienen que permitir poner lo tuyo.

¿Cuáles son tus fuentes de inspiración?
Yo no pienso la obra, la transito. Contemplo bastante la tela en blanco y, una vez que tengo armada la paleta, pongo de acuerdo a mi deseo del día el color, mancho. Después la voy construyendo, agrando la mancha, achico ciertas partes, me quedan ciertos remanentes que utilizo, o no y los tapo. Es como caminarla; camino, camino, camino, me corro, la miro, la observo, la dejo, vuelvo… A veces uno dice: «Si encuentro algo que pueda capturar, lo capturo», algo muy plástico, que me guste. Hay mucho de intuitivo en mí, eso que uno siente que podría ser de esa forma. Y utilizo mucho el color. Yo creo que todos los temas son fuertes, porque la vida es fuerte.

¿Qué material utilizas?
Acrílico. Lo marco con punta de espátula.

Es muy enigmática tu obra, como para mirarla y perderse en ella. ¿Cuánto tiempo te llevó hacerla?
Unas horas, 3 o 4 horas. Hay obras que hago más rápido, otras menos, pero no soy de pintar días y días la misma obra.

¿Tienes referentes?
Sí, me gusta mucho Willem de Kooning. Me gusta su pincelada, tuvo una etapa muy buena. Tuve la oportunidad de verlo afuera, en el MoMA, buenísimo. Me identifica cierta manera que tiene de pintar. También me gusta Pollock. Felipe Noé me gusta porque me identifico en su decir, en su relato, en su reflexión; él es muy especial.

¿Cómo te gusta que se mire tu obra?
Creo que es bueno estar desprendido de los prejuicios, sin juicio. Simplemente por lo que la obra significa y qué es lo que pasa cuando se la ve, lo que genera, aunque sea algo tan íntimo y tan personal. Lo que me pasa a mí con una obra no es lo que le pasa a otro espectador, porque se suma la propia vivencia de cada uno. Yo me siento libre en el trabajo, con mucha libertad cuando lo hago, y me parece que quizás es eso: que se pueda observar con total libertad.

Tu paleta es muy sensual…
Aplico el color como expresión de un sentimiento. La intuición, el azar, el color y, sobre todo, un alto grado de libertad son las cosas que me identifican mientras trato de poner en orden un caos generador de sensaciones. Las obras dan paso a la imaginación del espectador, que es en definitiva quien finaliza la obra.

¿Juegas a esconder cosas en la obra? ¿Por qué?
Escondo mucho en la obra, me encanta que otro lo pueda descubrir. Juego de esta manera: «Mirá, guardé esto, a ver si lo encontrás». Es lúdico porque en realidad para mí es un juego la pintura. Juego mucho y me hace tan feliz hacerlo de esta manera que no podría hacerlo con seriedad. Si yo he cumplido con todas mis facetas: tengo familia, hijos, nietos, una profesión –soy osteópata. Es decir que para mí es más bien un disfrute, entonces, lo hago con la libertad de decir: «Este espacio es mío, este tiempo es mío». Y yo creo que eso, en algún lugar, se refleja.

Al finalizar la entrevista, le propuse a Rosa que escribiera un breve texto –el que ahora les presento– para acompañar la galería de imágenes de sus pinturas.

 Me siento una conquistadora de espacios, con armas poderosas como la luz y el color. Es como estar en una tierra de infinitas posibilidades, todas las situaciones pueden emerger.  Buceo en la profundidad de mi propio ser, donde germinan imaginarios mundo se insospechadas situaciones, escenarios maravillosos brotan como una vertiente de agua. La obra muchas veces me transporta, me atraviesa, o simplemente me invade, haciéndome entrar en una sutil comunión.