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3 diciembre, 2012

PATRIMONIO

Entrevistamos a Martha Inés Springer, Gerente de Eventos Corporativos del Palacio Sans Souci.

Por: Alejandra Santoro

Nacido de entrañas híbridas y de una miscelánica conjunción entre el estallido de la I Guerra Mundial y la Belle Époque argentina, el Palacio Sans Souci sigue haciendo honor a su nombre, erigiéndose como un sitio de retiro y descanso. El destacado arquitecto francés René Sargent aceptó diseñar los planos, aunque nunca viajó a la Argentina. Las obras fueron ejecutadas bajo la dirección de Eduardo María Lanús y Pablo Hary. Luego de que la familia Alvear lo utilizara varios años como residencia permanente, el palacio fue cambiando de dueños hasta que en 1964 lo adquirió la familia Durini. Sans Souci, que había sido símbolo del esplendor de una época, quedó sumido en un período de abandono y robos, hasta que de la mano de Josefina Barra de Durini el palacio fue recobrando su gloria pasada.

Contanos un poco respecto de la historia. Tengo entendido que parte de la familia Alvear encargó a un reconocido arquitecto francés de aquel entonces el diseño del Palacio.

El primo del que fue presidente le encargó a René Sargent que hiciera un palacio para cada uno de sus hijos. El arquitecto francés hizo el Palacio Bosch, que es la actual residencia privada de la Embajada de los Estados Unidos, el Palacio Errázuriz, que es el Museo Nacional de Arte Decorativo y este Palacio, el Sans Souci. Si vos mirás los frontis y los frisos del Palacio Errázuriz, el Bosch y este verás que son muy similares. De hecho, cuando restauramos uno de ellos y no teníamos los planos originales para hacerlo, el Errázuriz nos los facilitó para la restauración.

No es casual que este palacio guarde un estilo muy similar a la arquitectura neoclásica de Versalles en Francia, esto debe tener que ver con las influencias de René Sargent.

Bueno, él quiso imitar, en una escala más pequeña, el Petit Trianon y el Palacio de Versalles a partir de la escalinata central de acá. Después tiene los jardines simétricos, con un diseño especial, con las fuentes estratégicamente dispuestas, que juegan con los volúmenes. René Sargent jamás vino a la Argentina a ver sus obras; mandó planos, material y gente desde allá embarcada para que las supervisen. Él ni siquiera vino para la fiesta de inauguración.

¿Por algún motivo en particular?

Entre otras cosas, porque estábamos en plena I Guerra Mundial. El Palacio se inauguró en 1918 y la guerra continuó hasta 1919. Ese momento coincidió con la Belle Époque de acá, así que a la inauguración asistió toda la elite social de aquel entonces.

¿El palacio ha sido restaurado?

Sí, el palacio fue restaurado porque sufrió una época de mucho abandono, porque este Alvear a quien le tocó el palacio en la herencia no tuvo descendencia y además despilfarró muchísima plata. El palacio quedó absolutamente abandonado y a merced del vandalismo local. A pesar de que era otra época, se rompieron vidrios, venían chicos a jugar a la pelota, y quedó totalmente a la deriva. Después, como se hacía usualmente en esa época cuando no había descendencia, fue donado a la Curia, y recién en la década del 60 lo compra  la familia Durini, que lo restauran y le devuelven su estilo basados en los planos originales. Josefina Barra de Durini, una de las primeras arquitectas recibidas en la UBA, casada con el Doctor Durini, fue quien llevó adelante la restauración.

Pero más allá del confort que se le dio, se conservó muchísimo el estilo.

Se conservó el estilo, pero hubo cambios sustanciales a través de los años. Por ejemplo, en las esquinas de los salones principales se pueden ver unas rejillas bellísimas de bronce macizo grueso, que antes se utilizaban para mandar calor desde las calderas, en otra época. El clima ha cambiado, y acá, por ejemplo, hacemos eventos. Josefina madre —a quien llamábamos Pepita— puso radiadores para sustituir el calor de las calderas y por los agujeros se manda frío de aire acondicionado. Antes el sistema era diferente. Esta casa, si no la abrís, es fría.

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El Sans Souci es una máquina del tiempo; sus rincones y recovecos guardan un halo de misterio y fortalecen la fantasía de encontrarnos en otra época, otra dimensión. Las ventanitas que dan al río, la gigantesca cúpula de hierro y cristal que cubre el Salón Imperial, el increíble jardín de invierno con 165 cristales biselados, el comedor, la capilla y los diferentes salones, la taberna, la sala de  bridge, las terrazas y balcones, todo se acopla y va entretejiendo aquella magia y enigma que despierta el hecho de encontrarse en un verdadero palacio en el siglo XXI.

Este palacio ha sido fuente de inspiración para el poeta y escritor Manuel Mujica Láinez, quien basó en este lugar su libro Aquí vivieron, reconstruyendo perfectamente la situación social de aquélla época, los hombres y las mujeres. También ha filmado aquí algunas escenas para su película Tetro el director Francis Ford Coppola. Es un lugar que despierta cierto misterio e intriga en personas relacionadas con el mundo del arte en su máxima expresión. Alan Parker filmó aquí su versión de Evita. Ay Juancito también fue filmada aquí.

¿A qué adjudicás la inspiración e interés que sienten estos personajes para basar un libro a partir de este lugar o rodar aquí su películas?

Al gran abanico de posibilidades que te da primero la oportunidad enorme de hacer tomas, tanto de adentro como de afuera, sin tener que desplazarte a otro lugar. En segundo lugar, a la amplitud de los salones que te permiten recrear escenas y momentos de la historia. Por ejemplo, en la Sala Azul se recreó el cuarto de Evita cuando se estaba muriendo en la película Ay Juancito. Es un lugar que da para hacer ambientaciones de distintas épocas, da para seguir una serie o una miniserie, como algunas españolas que han filmado acá y que empezaron con carruajes y caballos y después fueron evolucionando con autos hasta los años 20 o 30.

Con respecto al nombre que ha recibido el palacio, es curioso su significado. Sans Souci quiere decir «sin preocupaciones», «sin temores», ¿esto tiene que ver con el clima de época?

Sí, «sin inquietudes». Si mirás en el mapa global, el nombre está repetido en varias partes del mundo. Tenés un Sans Souci en Potsdam, cerca de Berlín; hay otro en el norte de Haití, se ve que es una denominación que se utilizaba en ese momento para las casas que te daban un cierto respiro o sosiego.

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Con la premisa de preservar y difundir los bienes culturales, desde hace ya varios años en el palacio se organizan conciertos, muestras de pintura y actividades con artistas nacionales e internacionales. A raíz de esto, en el año 2004 se creó la Fundación Durini, en honor al Dr. Eduardo Durini, quien, junto a su esposa Josefina Barra de Durini cumplieron el sueño de recuperar el Palacio Sans Souci. La Fundación está abocada a preservar el patrimonio cultural y paisajístico de la Argentina a partir del rescate de los bienes culturales, entendiendo al arte  como una forma de proteger la integridad de las personas.

 

¿A qué se dedicaba específicamente la familia Durini, que llegó acá en los 60?

Los hermanos Durini, Hugo y Eduardo, eran respectivamente médico y odontólogo. Eduardo era el que estaba casado con Josefina Barra. Al principio, vivían las dos familias juntas, hasta que Eduardo Durini le compró su parte al hermano y se quedó junto con Josefina y sus cinco hijos a vivir acá. Hoy una de las hijas es diplomática, otra es cónsul, otras dos son arquitectas. Ya ninguno de ellos reside en el palacio, pero una de las hijas, Victoria, sigue teniendo una oficina acá de la Fundación Durini. Organiza actos culturales, tiene relación con la Fundación Música de Cámara, una o dos veces por año hacemos conciertos donde se presentan artistas o chicos becados que muestran aquí su talento.

Hoy por hoy, ¿qué tipo de eventos se llevan a cabo en el palacio? ¿Existe algún tipo de política respecto a esto?

Sí, al ser un palacio y no un hotel, se lleva a cabo un evento por vez, no hay eventos diferentes en cada salón al mismo tiempo. Se hacen jornadas de trabajo, eventos corporativos, fiestas de fin de año, simposios, presentación de productos de laboratorios, lanzamientos, fiestas de aniversario y fundamentalmente casamientos, que de la parte social es el grueso de la ocupación. Además, están los departamentos de alquiler temporario, que son ocho, nueve, y están siempre sujetos a disponibilidad. El alquiler es temporario, puede ser de tres días, una semana, un mes. No tiene el funcionamiento de un hotel, sino de una casa; por otro lado, la gente que se hospeda acá sabe que se hospeda en un lugar que hace eventos y debe convivir con eso, pero con el grosor de estas paredes uno está aislado. Hay privacidad, porque hay varias formas de circular por la casa. La gente que alquila un departamento usa otras escalinatas y no se cruza con la novia del casamiento, por ejemplo.

¿Cómo llegaste hasta acá y cuál es tu función hoy?

Yo me había mudado hacía poco a este lugar desde el centro, Junín y Juncal, donde vivía, nada que ver una cosa con la otra. Me mudé para este lado porque en ese momento, mi hijo mayor, que ahora es médico, hacía el colegio acá en zona norte. Pasados los años, una vez con el diario recibí un aviso para aprender a jugar al bridge y probar unas clases gratuitas. Yo siempre había dicho que era demasiado difícil, que no me iba a animar, y me animé, así empecé y conocí a la familia Durini, hace doce años o más, y nos hicimos muy amigos. Siempre me sentí muy acompañada, siempre estuve muy protegida por Josefina Durini. Tuve un hijo más, Theodoro, que tiene once años. Vivo sola con él, y de alguna forma me siento parte de esta familia. Quiero mucho esta casa, trabajo acá, pero cuido mucho de ella. Por ejemplo, cuando se hacen filmaciones tenés que estar encima, porque no se puede clavar nada en las paredes, hay que tratar de que no se golpee nada porque es piedra parís, que no se pinta. Hay un montón de detalles que la gente cree que luego se solucionan rápidamente, y no. Después tenés que cuidar el pasto, la resiembra, mantener las fuentes andando, es una cantidad de detalles que hay que tener en cuenta.

¿Cómo es tu función como Gerente de Eventos Corporativos del lugar?

Soy la encargada de todos los eventos. Mi superior es Josefina Zavalía, la Gerente General, que además se encarga de la parte contable. De alguna forma, todos los que estamos acá estamos a cargo de todo lo que pasa, porque si bien yo estoy en eventos, si veo que algo se está haciendo mal tengo que intervenir y estar pendiente. Por ejemplo, si viene una tormenta uno hace un llamado para estar al tanto de que las rejillas no estén tapadas para evitar inundaciones.

¿Recordás alguna anécdota sobre el Palacio que te haya llamado la atención?

Una cosa curiosa que me contó una vez María Victoria, la segunda de las hijas, es que su madre, Josefina, les había contado que toda la herrería, las barandas de hierro forjado y hierro fundido, todo eso vino en barcos desde Francia. No se compró nada acá, lo mandó todo René Sargent. Por error, uno de los barcos fue bombardeado y se hundió con todo el cargamento; estaban en plena guerra. Entonces, Sargent decidió rediseñar para el Sans Souci todas las rejas y todo aquello que tenía que ser de hierro, porque según él no era el destino de este Palacio tener ese modelo o ese lujo de rejas. Estaba bien marcado el contraste entre lo que pasaba acá, con Argentina que emergía durante la Belle Époque y Europa que estaba atravesando una de sus guerras. Intentamos mantener la atmósfera y la esencia del Sans Souci, tratamos de adaptarnos a los nuevos cambios, por ejemplo tenemos Wi-Fi, pero no molesta ni interfiere con el estilo del lugar, que se sigue conservando.

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